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Es impresionante lo que una cara rota puede hacer en un partido “chivo”. Entiéndase bien “una cara rota y no un cararrota” (Foto: Peñarol.org)
Para ser capitán de un equipo no solo basta con ser experimentado, también uno debe ser líder.
Darío Rodríguez Peña, un jugador de 38 años de edad que está en el ocaso de su carrera fue fundamental para la victoria de su equipo, el poderoso Peñarol de Montevideo. El veterano central mirasol jugó un partido aparte y demostró lo que el poder de la mente puede llegar a hacer en momentos clave de nuestras vidas. En este caso lo reflejó en el deporte.
Peñarol caía por 1-0 y su equipo estaba desordenado, algo desorientado, hasta que su líder, su emblema, el capitán se puso al equipo al hombro, arengó a sus compañeros y gracias a ese liderato bien empleado él mismo puso el empate.
El líder no decepcionó a su equipo y dio el ejemplo con hechos: el gol. Otro factor impactante fue la herida cortante que recibió en su rostro, y con sangre y todo quiso seguir en la cancha, algo que obviamente el referí le impidió. Vendado entró al campo a darle una lección a sus compañeros de que hay que ser rebeldes y agrandarse cuando uno está más apretado.
La señal dada por el capitán manya fue clara para sus compañeros, pero también fue para su rival quien interpretó que esto hombre no estaba dispuesto a claudicar ni mucho menos.
Rodríguez da un ejemplo de entrega y liderato en momentos clave. Gran muestra de cómo debemos encarar la vida; si estás perdido es una buena señal para que te pongas el brazalete de capitán, tengas pie de plomo y te conviertas en un líder.
Lector tribunero, nunca te rindas y tené en cuenta este ejemplo que puede resultar más que útil.
@lostribuneros
