Sub 17 femenino: los padrinos de la Felicidad venezolana

Toc, toc, toc. Llaman a nuestra puerta, pero no esperamos ninguna visita. Movidos por la curiosidad, abrimos: un desconocido nos sonríe, con los brazos llenos de regalos. La reacción lógica sería desconfiar, ¿no? Tiene que haber algún truco… Eso es exactamente lo que pensó la venezolana Sandra Luzardo cuando, un buen día, la Diosa Fortuna decidió hacerle una visita.

Tomó el aspecto de un internacional venezolano, y, en lugar de llamar tres veces a la puerta, le envió un mensaje a través de su cuenta de Instagram. “Hola, soy Francisco Pol, jugué con la Vinotinto, y actualmente estoy en un equipo de la segunda división griega. Me gustaría ser tu padrino y ayudarte en todo lo que necesites”. Sandra se frotó los ojos y se preguntó si había leído bien. ¿Cuál fue su respuesta? “No te conozco. ¿Es en serio o es una broma?”. Echó un vistazo al calendario y se dio cuenta de que no era ni el Día de los Inocentes ni tampoco Navidad. Tuvo que llamar al jefe de prensa de la selección para comprobarlo: Francisco hablaba totalmente en serio.

En ese preciso instante, y en la misma red social, Dayana Rodríguez recibía un mensaje similar de Meche Díaz Albertini, jugadora venezolana que compite en Estados Unidos. “Me envió un mensaje, hablamos y me dijo que quería ayudarme, apoyarme para que tuviese un futuro mejor. Ella también es venezolana, y como en Venezuela el fútbol femenino no recibe mucho apoyo, quiere ayudar e implicarse”, cuenta la centrocampista a FIFA.com.

Trabajo y sacrificios

Ambas jugadoras son algunas de las beneficiarias de un proyecto iniciado por el internacional Christian Santos. El delantero del Alavés decidió apadrinar a la defensora sub-20 Bárbara Serrano después de que ésta le escribiese una carta en la que le contaba las condiciones difíciles del fútbol femenino en su país natal, y la falta de apoyo y de medios que tienen las jugadoras para poder hacer realidad su sueño de imitar a sus ídolos masculinos. Santos, conmovido, respondió convirtiéndose en el primer padrino de una jugadora venezolana y animando a sus compañeros de la Vinotinto a hacer lo propio.

Unos meses después, Sandra y Dayana se encuentran en Ammán y no dejan de sonreír, no sólo por estar clasificadas para las semifinales de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Jordania 2016, sino también porque esos mensajes de apoyo les cambiaron la vida. “Cuando supe que iba en serio, empezamos a hablar, a conocernos mejor. Le pregunté algunos pequeños detalles, y siempre me contestaba”, cuenta Sandra, que no tardó en sentirse cómoda. “Poco a poco, fue dándome cada vez más consejos. Como él también es futbolista, me entiende bien. Cuando lo necesito, siempre está ahí. Me dice que debo esforzarme, hacer bien las cosas, imponerme una disciplina. Me motiva y me muestra el camino”.

Es una relación muy parecida a la que tiene Dayana con quien describe como su “Reina Maga”, aunque hay una pequeña diferencia. “Yo tengo el honor de tener una madrina. Es la única mujer, y es algo especial”, afirma con orgullo. “Me anima y me da consejos, me dice que no abandone nunca, porque las cosas no siempre son fáciles, pero para alcanzar el éxito hay que hacer muchos sacrificios”.

Además de ese apoyo psicológico que reciben en el día a día, los benefactores aportan una ayuda material muy útil a sus protegidas, muchas veces procedentes de entornos difíciles. “Francisco me ha dado tacos, botas, maillots, camisetas, pantalones: ¡todo lo que se necesita para jugar al fútbol!”, explica Sandra, cuyo rostro se ilumina al mencionar los paquetes que le llegan a Mérida desde Grecia. “La primera vez que recibí un paquete en casa, empecé a abrirlo enseguida y grité, ¡estaba loca de alegría!”, recuerda, imitando la escena con gestos y moviendo los brazos hacia todos lados. “He traído a Jordania los tacos y las espinilleras que me regaló. ¡Llamo mucho la atención!”.

“Estos regalos nos ayudan mucho, y nos motivan para entregarnos al máximo”, dice Dayana, que vive esa misma emoción cuando los paquetes de su madrina terminan el trayecto entre Florida y la provincia de Guárico, una de las más pobres del país. “Si seguimos así, a lo mejor tenemos más regalos todavía, ¿no?”, añade, riéndose con ganas, pero también convencida de que su selección cuenta con los recursos necesarios para superar a Corea del Norte en semifinales y, luego, para alzar el trofeo.

Dar felicidad

Eso acercaría un poco más a las dos jugadoras a su sueño: dar el salto de Venezuela a una liga extranjera. “Él está viviendo exactamente lo que me gustaría vivir a mí. Juega en el extranjero, pero tiene ganas de ayudar a su país, y a mí me gustaría hacer lo mismo, irme al extranjero y conocer otras culturas”, confirma Sandra, describiendo la situación de Francisco, mientras que Dayana se refiere a su madrina como “un ejemplo a seguir”.

Y Sandra ya imitaba su padrino incluso antes de encontrarse con él en su cuenta de Instagram. Ahora recibe una ayuda que agradece, pero también sabe lo que es proporcionar ella misma felicidad. “En mi barrio hay una cancha abajo de nuestro apartamento, y siempre hay niños jugando. Yo intento hacer algunos pequeños regalos a quienes más lo necesitan”, confiesa, con una sonrisa contagiosa. “A veces llaman a la puerta y me dicen que necesitan un balón. Y todos los días me invitan a jugar con ellos. Antes ya intentaba ayudarles siempre en lo que podía, y cuando llegó mi padrino pude entender lo que sienten esos niños cuando yo les doy regalos. Yo tengo las mismas sensaciones que ellos. Le doy las gracias de verdad a mi padrino por eso, porque poca gente dedica tiempo a ocuparse de los demás”.

Pero, aunque sean pocas las personas que lo hacen, existen. Sandra y Dayana pueden confirmarlo: la próxima vez que llamen a nuestra puerta, abramos con una sonrisa. Nunca se sabe qué nos espera detrás…

Fuente: Fifa.com

Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar

@lostribuneros

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