Partido entre Racing y Cerro visto por dentro

Nada de equipos «grandes», nada de los conocidos mundialmente, decidimos mostrar lo que raramente se muestra en medios argentinos. Fuimos a Uruguay a ver un partido entre dos equipos «menores» y te lo presentamos acá.

En la primera entrega te mostramos como es la seguridad para un partido señalado como de riesgo.  Hablamos con funcionarios de la AUF antes de ingresar al Estadio Osvaldo Roberto y nos comentaban que se había suspendido la venta de entradas a hinchas del local Racing, para evitar «encontronazos» con la parcialidad de Cerro que copó la tribuna visitante.

Durante la semana establecimos contacto con varios allegados al club «cervecero» y nos decìan «puede pasar cualquier cosa», debido a que no hay simpatía por el elenco «villero».

Estaba fresca la mañana montevideana. El pequeño estadio Osvaldo Roberto, escenario que alberga aproximadamente a 6.000 aficionados, pintaba para colmarse, sin embargo, nos llegó la confirmación de que no iban a dejar entrar a todos los parciales del local Racing, mientras que la hinchada de Cerro podría utilizar el 80% de la tribuna visitante.

Los «cerveceros» son uno de los equipos con mayor convocatoria entre los denominados chicos

Los técnicos de la radio y la televisión preparaban los equipos, mientras que poco a poco la gente fue poblando las tribunas. Todo era con tranquilidad. El juego comenzaba a las 10 de la mañana. El grueso de la hinchada «villera» llegó a las 9:15 y comenzó a calentar las gargantas.

Ese partido era importante para la visita, debido que si ganaba obligaba a Peñarol y a Nacional a hacer lo mismo, efectivamente, los «villeros» triunfaron 2-0.

El espectáculo en si, es similar al nuestro. Sin embargo vimos que no se insulta tanto como sucede aquí. El plateísta observa atentamente, como si estuviese en el teatro, incluso, aplaude y hasta ovaciona ante una jugada de peligro generada, obviamente, por su equipo. Eso sí, cuando el «Cervecero» estaba abajo en el marcador, se transformaron y comenzaron a acordarse de las mamás de sus adversarios, sin irse de tema. Jamás insultaron a un jugador suyo, pese a que estaban enojados con la cantidad de goles errados.

La parcialidad de Cerro no paraba de provocarlos, algo típico, y los pocos racinguistas que pudieron entrar al Roberto, como pudieron, replicaron desde la popular con su bombo.

Otra particularidad es que venden tortas fritas en los puestos de comida apostados en el estadio.

No habría más de 3.000 personas, pero como disfrutamos del espectáculo plagado de folclore. Valió la pena. Vea el video.

@lostribuneros

 

 

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