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Acá en Tribunero fuimos duros con Vélez, y la verdad, nos parece justo que el club de Liniers sea severamente sancionado, porque además de los desmanes, pegaron bajo al robar televisores, monitores y otras cuestiones que habían en su tribuna. Pero, también debemos reconocer cosas de Uruguay que no están nada bien.
Uruguay es un país tranquilo, de gente muy educada, cálida, cordial y compañera, pero no todo es perfecto, y todo cae por tierra cuando hay una pelota de fútbol girando.
Para el verano fuimos a cubrir el clásico entre Nacional y Peñarol en el Estadio Centenario, nuestra presentadora de noticias, por esas cosas de la vida, tuvo una complicación en Argentina y no llegó para el partido, algo que luego agradecimos, ya que la idea era sacar notas desde el mítico escenario, ya que este partido es uno de los más viejos del mundo.
Fuimos con nuestro vehículo que tiene chapa patente argentina, improvisamos nuestra oficina dentro del auto, computadoras, internet móvil y los elementos necesarios para brindar una cobertura on-line.
Al ingresar por una avenida, lindera al Hospital de Clínicas, colocamos nuestro vehículo en una explanada, justamente en el sector correspondiente a los hinchas de Nacional; bajó nuestro compañero Marcelinho con su cámara a buscar notas y volvió decepcionado.
Por otro lado, los otros dos compañeros que quedaron en el auto estaban aterrados, los hinchas de Nacional pasaban y gritaban «Porteños putos». Marcelinho se presentó como persona de prensa, habló con uno de los jefes del dispositivo y este le recomendó que se marchen porque las hinchadas estaban fuera de control.
Al llegar al vehículo, Marcelinho intentó comentar lo sucedido, pero ya estaban al tanto. Tomaron el vehículo, consultaron con un compañero que había quedado en Buenos Aires coordinando el trabajo y se les dio vía libre para que se vayan.
Intentaron llegar al sector de Peñarol pero la mufa estaba instalada, por lo que se les recomendó directamente que abandonen la nota e incluso la cobertura del partido clásico.
La Policía uruguaya es inoperante, además que los hinchas no colaboran para nada, parecen haber involucionado y, tristemente, se copiaron de los pésimos ejemplos de nuestra Argentina.
Los efectivos policiales son bastante impresentables y hasta a veces los catalogamos de cobardes, ya que hoy viernes a la mañana, por ejemplo, vimos en TeleNueve (informativo del porteño Canal 9) un informe donde un efectivo policial pateaba a un pibe que estaba detenido, el chico no tendría más de 17 años, estaba asustado y ya lo tenían dos policías, el tercero llegó de atrás y lo comenzó a patear.
Si la policía es cobarde y no respeta al espectador ¿qué se puede esperar de la reacción de los hinchas?.
Nuestro compañero Marcelinho nos contó que en un clásico en 1990 la policía de Montevideo le pegó a una mujer que iba con sus hijos por gritarles «cobardes, cagones» porque antes de pegarle a ella, habían golpeado de manera salvaje a un joven que defendió a un jubilado. Los policías, entre dos, le pegaron a un viejito de unos 75 años y un muchacho de unos 23 años salió en defensa del anciano, la paliza que recibió el joven fue cruel; salió ensangrentado y arrastrándose, casi gateando.
Parece que Uruguay no perdió las viejas mañas de la dictadura militar y parece que algunos hombres cuando se ponen un uniforme se creen dioses y gozan de una impunidad increíble.
Por eso, no solo hay que punir a los hinchas, también hay que hacerlo con la policía.
@lostribuneros
