La derrota con Camerún en el debut del Mundial de Italia había sido una ola barredora del castillo de ilusiones de Argentina. Si se quiere, un retorno a la realidad, cuando todos creían que ese Grupo B inicial era fácil. El 13 de junio, cinco días después del bajo golpe, había que ganar para seguir con chances de pasar a octavos de final. Y el rival era ahora sí muy fuerte: la Unión Soviética, campeón olímpico en 1988 y con calidad y potencia en sus jugadores, que encima también tenía sed de victoria tras su caída con Rumania. Era un choque decisivo, casi una final, y en la casa de Diego Maradona, el estadio San Paolo de Nápoles que lo veía cada domingo deleitar en la Serie A.
El técnico Carlos Bilardo, aún más desacreditado de lo normal tras el debut, esta vez acertó con su idea. Hizo nada menos que cinco cambios y un esquema más ofensivo que los calculadores suyos. Sacó casi toda la defensa: Lorenzo, Ruggeri, Fabbri (que no jugaría más) y Sensini, colocó a otros dos centrales de categoría como Monzón y Serrizuela e incluyó a Olarticoechea y el prometedor Pedro Troglio en el medio, y adelante a Claudio Caniggia, que había entrado muy bien un rato ante Camerún. El soviético Valery Lobanovski realizó menos variantes, pero una de peso: quitó al experto arquero Dassaev, responsable en el primer gol de los rumanos, por el tercero del plantel, el enorme Uvarov.
Con el San Paolo a favor del a nacional entre argentinos y napolitanos, empezó el partido con tensión y drama. La URSS dominó claramente y en una de sus primeras llegadas, Nery Pumpido salió rápido y chocó con Olarticoechea, fracturándose su pierna derecha y quedando en el suelo mientras el árbitro sueco Fredriksson siguió el juego y el ataque terminó en córner. Sólo 10 minutos y Argentina perdía a su arquero, que para colmo venía de su error en el gol camerunés. Un frío y entonces olvidado Sergio Goycochea, muchos años segundo de Pumpido en River, ingresó a defender el arco y el Mundial. . Y tras el córner, Maradona bajó la pelota con la mano en el área, pero Fredriksson no dijo nada. Otra versión de «la mano de Dios», como la acontecida contra Inglaterra en el primer gol en 1986, daba a la Selección tranquilidad.
Argentina se sintió tocado y comenzó a subir y generar chances. Dos tiros libres de Serrizuela asustaron a Uvarov. Y a los 26 minutos, a la salida de otro córner, Olarticoechea desbordó por la izquierda y su centro fue conectado de cabeza por Troglio para marcar la apertura, el primero del equipo en el torneo y el griterío de la gente. Desde allí el desarrollo se emparejó y ambos tuvieron sus ocasiones, pero los europeos seguían inquietantes con sus temibles Protasov y Dobrovolski.
Al reinicio, Caniggia arrancó veloz como siempre y el defensor Bessonov lo empujó de atrás, recibiendo la tarjeta roja; era el tercer rival que el delantero del Atalanta hacía expulsar. Aún con uno menos, los rojos siguieron arriba y Goicochea desvió un fuerte remate de Zavarov. El partido era abierto, tenso, peleado, la URSS al ataque para no quedar casi afuera y Argentina guardada y de contraataque.
El temor continuaba en los hinchas en el estadio y frrente al televisor con ATC en el país. Hasta que sucedió una curiosa jugada que definió todo. A los 35 minutos de ese segundo tiempo, en lo más intenso de la presión soviética, Caniggia inició una corrida y cedió a Troglio, derribado cerca del área. Increíblemente, el lateral Kuznetsov rechazó hacia atrás, el juez dio ventaja y Burruchaga recibió ambos regalos y le hizo un túnel a Uvarov para el segundo gol, el 2-0 y el alivio. Aunque aún hubo tiempo para que el ingresado Litovchenko desviara apenas un buen tiro libre.
Llegó el cierre y el abrazo de los albicelestes decía todo. Argentina había ganado algo más que su segundo encuentro mundialista. Se había sacado la espina del debut, un fuerte adversario y sus propios contratiempos. Sumaba dos puntos (en ese momento eran por triunfo) y esperaba a otro duro y ascendente europeo del este, Rumania, en cinco días más, a ver si el pase de ronda era posible. Pero esa noche napolitana era para festejar. Un triunfo tan difícil que fue el símbolo de la épica gesta que se venía.
FICHA DEL PARTIDO
Copa del Mundo de la FIFA Italia 1990
Primera fase, Grupo B, fecha 2
Miércoles 13 de junio de 1990
Argentina 2-0 URSS
Goles: Troglio 26′, Burruchaga 80′ (A).
Estadio: San Paolo (Nápoles). Arbitro: Erik Fredriksson (Suecia).
ARG: Pumpido; Simón, Monzón, Serrizuela; José Basualdo, Batista, Olarticoechea, Troglio, Burruchaga; Caniggia y Maradona. DT. Carlos Bilardo.
URS: Uvarov; Bessonov, Khidiatulin, Kuznetsov, Gorloukovich; Aleinikov, Zygmantovich, Zavarov, Shalimov; Protasov y Dobrovolski. DT. Valery Lobanovski.
Cambios: 10′ Goycochea por Pumpido (A), 74′ Litovchenko por Protasov (U), 78′ Lorenzo por Monzón (A) y 85′ Lioutyi por Zavarov (U).
EXPULSADO: 48′ Bessonov (U).
El otro partido de la fecha 2
14 de junio, en Bari, Camerún 2-1 Rumania
Goles: Milla 76′ y 86′ (C), Balint 89′ (R).
POSICIONES PARCIALES GRUPO B
1. Camerún 4 puntos
2. Rumania 2 (+1, 3 goles a favor)
3. Argentina 2 (+1, 2)
4. URSS 0
Los goles del gran 2-0 de la Selección:
@lostribuneros