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No es un menosprecio el título a estas selecciones de África, Asia, Centroamérica u Oceanía. Que tienen su potencial, que como suele decirse en el lenguaje tribunero “saben lo que es una pelota”, eso no hay duda. Incluso cuentan con jugadores en Europa. Pero está visto que a la hora de chocarse con los grandes, un Argentina, un Brasil, sí pueden dar un golpe como los que abundan en Qatar 22, pero no parece probable que por eso vayan a llegar hasta la final.
Es que cuando se conoce que se enfrenta a estos equipos uno duda de su real peso. Arabia parece pobre y le gana a Argentina. Túnez ganó dos partidos en la Copa y derrota al campeón actual Francia. Australia, próximo rival de la albiceleste, se atreve a bajar a este Dinamarca feroz de la eliminatoria europea. Qué decir de Japón, de golpazo a Alemania. Sin embargo luego quedan en ilusiones, en un marcador fuerte, sonoro, que les deja el recuerdo para toda su vida, pero no pasan a mayores. A los mayores del mundo.
Por eso, por supuesto, no se los debe subestimar, el ABC del fútbol y de cualquier orden de la vida. Tampoco hay que temerles sus cualidades o mirarlos imbatibles o superiores, como si alguna vez hubieran estado en una decisión mundial o al menos entre los cuatro mejores. Eso sólo se pudo dar en 2002 con Corea del Sur, uno de sus sedes, que fue cuarto y por arreglos tristemente célebres con arbitrajes. Por ahora, los reyes del mundo son los importantes. Que México, Túnez, Arabia, Japón, Ghana o Australia pueden serlo, claro que sí. La realidad es que aún están a años luz de la corona.
Diego Martín Yamus.
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