Historietas de Mundial 90: la Argentina de los Milagros 

Siempre con 24 países, la Copa del Mundo llegaba a Italia en 1990 por segunda vez tras la de 1934. Parecía un torneo interesante con Argentina y Maradona, Brasil y Careca, la fuerte Alemania Federal con Franz Beckenbauer otra vez en su banco, Uruguay con Francescoli, el Países Bajos del dúo campeón europeo Gullit-Van Basten y por supuesto el local y su lista de la Serie A. Sin embargo, fue un torneo pobre, con sorpresas como Camerún, muy bajo nivel, varias notas de estruendo y un nuevo título de Alemania. Y un gran subcampeonato de la Argentina de los Milagros.

La primera gran historieta90 fue de Argentina, campeón defensor y favorito ese 8 de junio de fuerte sol en la inauguración ante el hasta allí risueño Camerún. El Estadio Giuseppe Meazza de Milán fue el gran adversario de los de Bilardo, el Norte silbando a Maradona que representaba al Sur con su Nápoli. Pero además los africanos se hicieron notar con su juego desenfadado, aunque tuvieron que necesitar de un increíble error del arquero Pumpido, a quien se le escurrió un débil cabezazo de François Omam Biyik. Con un plantel en mala condición física y sin imaginación para superar los rudos cameruneses, la Selección sufrió un fracaso de estruendo 0-1. Pocos creían en que sería un punto de partida de otra epopeya albiceleste.

Al día siguiente Italia debutaba ante Austria, que lo complicó con un buen planteo al punto de tenerlo a cero hasta lo último. El técnico Azeglio Vicini tenía en el banco una solución llamada Salvatore Schillaci. El goleador de la Juventus ingresó por el afamado Andrea Carnevale y tres minutos después marcó de cabeza el triunfo 1 a 0. Así empezó el camino de una de las figuras y máximo goleador del torneo.

Ese mismo 9 comenzaron los errores arbitrales de cada Copa. Rumania superaba a la Unión Soviética y en un contraataque el central Khidiatullin frenó la pelota con la mano casi en la media luna del área. Para el recordado juez uruguayo Juan Cardellino fue inaceptable penal, que Marius Lacatus transformó en el 2 a 0 definitivo.

Argentina debía ganar o ganar el 13 ante la URSS. Cobijado por el Stadio San Paolo de Nápoles, y con cinco cambios en su once, la Selección se jugó la ropa contra el fuerte equipo rojo. Y pasó de todo: la fractura de Pumpido y su reemplazo por Sergio Goycochea, esa mano penal de Maradona no cobrada y los goles de Troglio y Burruchaga que consagraron el necesitado 2 a 0, aunque se sufrió la técnica y profundidad de gente como Zavarov y Protasov. Los de Bilardo lo festejaron como un título del mundo, y así dieron forma a su remontada inolvidable.

Uno de los debutantes era Costa Rica, resultado de la exclusión de México de la CONCACAF. El once de Bora Milutinovic parecía destinado al sufrimiento. Poco tardó en ponerse firme y, con figuras como Cayasso, Ramírez y Medford, se atrevió a superar bien a Escocia y Suecia, complicar a Brasil y llegar a octavos superado por Checoslovaquia.

Otro raro novato era Emiratos Árabes Unidos, segundo del habitué de Asia Corea del Sur. Dirigido por el gran brasileño Carlos Parreira, el equipo que contaba con seis Mubarak fue fácil presa de los más expertos Colombia, Alemania y Yugoslavia. Eso sí, el 1-5 ante los germanos tuvo premio: Khaled Ismail Mubarak, su autor, recibió un automóvil 0 km de premio por su tanto.

Bajo la guía de Oscar Tabárez, Uruguay tenía otra vez un plantel de lujo para lo mejor. Sin embargo, las internas y su otra vez bajo nivel lo pusieron al borde del precipicio en la última fecha del Grupo E ante los surcoreanos. Nada rompía el 0-0 que los eliminaba. Hasta que ingresó un joven Daniel Fonseca. Y en la última jugada, un tiro libre al área propició el pésimo ensayo de offside coreano y Fonseca cabeceó en soledad total para el 1-0 y el delirio celeste, que al menos tuvo la chance de pasar a octavos de final.

Una verdadera mancha poco recordada fue el Países Bajos-Irlanda de la última del Grupo F. Los naranjas, desteñidos monarcas europeos, abrieron a los 10 minutos por Ruud Gullit, pero en fortuita jugada el arquero Van Breukelen dejó escapar un envío atrás y Niall Quinn empató para los debutantes irlandeses. Nada justificó que en los restantes 15 minutos, ambos firmaron un pacto de no agresión y toquetearon el balón de aquí para allá. El 1-1 quedó sellado y la igualdad en todos los rubros llevó a sorteo para decidir al segundo y tercero. A Países Bajos le tocó ser segundo y enfrentarse a Alemania.

Cómo no incluir en este repaso el Camerún-Colombia de inicio de octavos. Con los africanos 1-0 arriba, el central Luis Carlos Perea quiso pasarle el balón al recordado arquero René Higuita. Se entretuvieron creyendo que no había nadie, cuando allí nomás apareció el eterno Roger Milla, robó a Higuita  y marcó su segundo gol y el triunfo de su pueblo. El que además le puso un recordado baile junto a la bandera del córner de regalo extra para su gente.

Alemania tenía el 24 un duro choque con Países Bajos que el destino le impuso. Recién se definiría en el segundo tiempo. Pero ambos perdieron una carta: a los apenas 21 minutos, el neerlandés Frank Rijkaard agredió a Rudi Voeller con un inadmisible escupitajo, y el germano reaccionó con insulto. El excelente árbitro argentino Juan Carlos Loustau los vio y los expulsó enseguida. Igual los de Franz Beckenbauer tuvieron al inspirado Jürgen Klinsmann que sería fundamental en el triunfo 2-1 y la continuidad al título.

Como siempre, España era candidato a ganar. Sin embargo, como siempre volvió a sucumbir. En el tiempo suplementario ante Yugoslavia, el astro Michel dejó espacio en la barrera y por allí Dragan Stojkkovic metió una comba que fue el triunfo 2-1 y otra rara y pronta eliminación de la llamada “furia roja”.

En los cuartos de final, Alemania superaba a la sólida Checoslovaquia. En aislada acción, al creativo checo Moravcik se le fue el balón por el fondo y se le salió el botín. Como muestra de su impotencia, el jugador pateó el mismo y el árbitro  austríaco Helmut Kohl lo expulsó.

De la primera semifinal entre Italia y Argentina se ha escrito mucho. Fue una verdadera batalla para la Selección enfrentar al local, a su animosa gente que reprobó el himno en el mismo San Paolo de Maradona. Luego el gol de Schillaci muy irregular, con mano del nueve en la previa y un offside suyo en el gol. El empate de Caniggia, las tarjetas amarillas para varios argentinos que los dejaban fuera de la probable final, la rara expulsión de Giusti. Y los penales, que encima Diego tuvo el destino de definir previo a la segunda atajada de Goycochea. Una batalla que haría mella en la final ante Alemania, donde se sintieron las ausencias y Argentina casi no llegó al arco de Illgner.

Un gol de lo más tonto ocurrió en el tercer puesto entre Italia e Inglaterra. El legendario arquero Peter Shilton hizo un saque largo con la mano pero dentro de su área. De atrás un rival le quitó y le pasó a Roberto Baggio, que tras amagues definió para el primer tanto.

Y el 8 de julio, en la tristemente célebre final Alemania-Argentina en Roma, no sólo hubo un penal mal dado que decidió al campeón, el de Brehme. Antes el central Augenthaler había sido objeto de falta por Goycochea, y en la más clara, Gabriel Calderón fe tocado por Lothar Mattaheus en el área. El árbitro Edgardo Codesal no hizo nada y sí resolvió cuando menos se lo esperaba: aquella acción de Sensini con Voeller que propició un igualmente justo tricampeonato de Alemania Federal. El mejor de Italia 90 no necesitaba de tener 12 jugadores para demostrarlo.

Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar

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