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Para 1974, la FIFA había aflojado con su absurdo y dado a África una plaza directa para el Mundial de Alemania. Zaire, la actual República Democrática del Congo, se había ganado ese lugar siendo el primer equipo de raza negra en jugar. Pero el terrible contexto político, la órbita del dictador Mobutu Sese Seko, no sólo convirtió ese debut en catástrofe, tres derrotas, sin goles y 14 en contra, sino que incluyó una pesadilla por la que los futbolistas pusieron en riesgo su vida. Y hasta sin querer fueron el hazmerreír del público en su último partido.
Los Leopardos venían de días gloriosos, campeones del continente meses antes. Integraban el Grupo 2 con el monarca Brasil, Escocia y Yugoslavia. Mobutu y compañía les habían hecho agasajo de despedida y especialmente, prometido un premio de dinero por una eventual buena actuación. El 14 de junio arrancaron bien perdiendo con los escoceses sólo 2 a 0. Pero la pesadilla empezaría el 18, cuando tuvieron enfrente a los sutiles y eficaces yugoslavos. No sólo el rival era de mucho peso. Mobutu no cumplió con la promesa económica y los futbolistas salieron a jugar en protesta, y lógicamente fueron vapuleados 9 a 0.
Allí no concluyó la aventura mundialista de los zaireños. Antes del cierre contra el Brasil pos-Pelé, guardias de confianza del dictador amenazaron en el hotel a los jugadores, pidiéndoles que no perdieran por más de cuatro goles que si no no volverían vivos a su patria. El defensor Ilunga Mwepu se puso al frente del sufrimiento de sus compañeros. Tanto que, en un tiro libre para los brasileños, cuando el árbitro rumano Nicolae Rainea pitó la orden, Mwepu salió de la barrera y pateó la pelota antes de los rivales. Años más tarde afirmaría enojado y triste: “Lo hice porque mis amigos estaban sufriendo y el público se burlaba de nosotros,? cómo demonios crees que no iba a conocer las reglas?”.
Zaire cayó 3-0 y cerró un real desastre, pero por lo menos los futbolistas salvaron su vida. Quizá ése haya sido un triunfo para ellos. Sin embargo, para la historia quedaron injustamente marcados por cuestiones que nada tenían que ver con el fútbol.
Diego Martín Yamus.
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