1995: un pincha de lujo vuelve a Primera

Estudiantes de La Plata, uno de los dos gigantes de la capital de la provincia de Buenos Aires, era permanente animador del fútbol argentino e internacional. Después de sus tres Copas Libertadores y su Intercontinental de 1968, había ganado dos torneos locales con Carlos Bilardo y Eduardo Manera, dos de sus viejas glorias. Nadie iba a pensar que  la época de oro iba a cambiar a una oscuridad tal que descendió a la segunda división. Pero un plantel de lujo lo retornaría a su Primera aquel 1995.

El «pincha» sumó tres muy malas campañas en las temporadas de 1992 a 1994, terminando siempre en la tabla de promedios por debajo de los 10 primeros. Los permanentes cambios de entrenadores y los malos resultados fueron una constante. No extrañó que el 21 de agosto de 1994 cayera de categoría por segunda vez en su historia (la primera en 1953) al igualar 3-3 con Lanús en la penúltima fecha del Torneo Clausura, que culminó en el puesto 16 de 20 clubes. Eduardo Manera, campeón de aquel lujoso equipo del Nacional de 1983 ante Independiente, y otro prócer, Miguel Angel Russo, se hicieron cargo de conducirlo en el largo y engorroso Nacional B, donde pasó de jugar con los grandes a hacerlo con los del ascenso como Deportivo Italiano, Los Andes, All Boys o los del interior.

Camino se hace al andar. Y Estudiantes lo fue haciendo de a pasitos. Primero, reforzándose con hombres de carrera como Juan Manuel Llop o el uruguayo Leo Ramos y los paraguayos Ferreira y Arévalos, sumados a los consagrados Prátola, París, Rubén Capria  y Calderón y nuevos entonces desconocidos, unos tales Juan Sebastián Verón y Martín Palermo, éste suplente en la mayoría de los partidos. Por esas cosas de los raros calendarios de nuestro fútbol, recién debutó en la fecha 4 el 18 de septiembre de 1994, igualando en su legendaria cancha de 1 y 57 a un gol con Chacarita Juniors, con tanto de Mariano Armentano. El comienzo no le fue fácil, a pesar de obtener su primer triunfo en la 5, un 2-1 a deportivo Laferrere de visitante. Después de varios empates mediocres, por fin consiguió su primer éxito de local en la fecha 10 al golear 4 a 0 a Central Córdoba de Rosario. Allí empezó a mostrar su poderío, con triunfos afuera sobre los fuertes Colón y Quilmes y también en los partidos atrasados, racha que le permitió tomar rápido la punta antes del receso de fin de año. La solvencia de la zaga con Llop y Prátola, un medio campo de lujo con Verón, París y Capria y los goles de José Luis Calderón se juntaban al a correcta conduccción de Manera y Russo. Y con el grito de la hinchada que rezaba «oooh, vamos a volver…».

Y en el 95 el equipo no paró y alcanzó su punto máximo de rendimiento, con goleadas 5-1 a Arsenal afuera, 3-0 a Atlético Tucumán de local y un notable 5-1 a Colón, el único que más o menos le hacía sombra a esa altura. No le cayeron muy mal dos derrotas sorpresivas, un 0-3 con Central Córdoba y un 1-3 con All Boys. En la fecha 36 se repuso venciendo 1-0 a Almirante Brown y quedando a tiro de la vuelta. Y la concretó a cinco del cierre, tremendo para el siempre durísimo y parejo Nacional B. El 12 de mayo en su cancha derrotó 1 a 0 a Gimnasia y Tiro de Salta, con gol de Calderón (cuándo no) a los 26 minutos, y sacó una distancia indescontable para regresar. Los protagonistas de esa tarde fueron Noguera; Ramos (Diego Capria), Llop, Prátola, Azconzábal; París, Verón (Martínez), Aguilar, Rubén Capria; Armentano y Calderón.

Estudiantes logró la friolera de 27 victorias en 42 partidos, más de la mitad, sumando 65 puntos con 11 de diferencia sobre el finalmente segundo, Atlético Rafaela. Calderón marcó la impresionante cantidad de 28 goles, siendo segundo goleador del torneo,  y junto a los 17 de Capria, hicieron más de la mitad de los 86 del equipo. Pero más que números, ese pincha de Russo y Manera dejó recuerdo con su juego vistoso, inteligente y eficaz. Un pincha de lujo volvió a Primera para nunca más irse.

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Diego Martín Yamus.
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