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Una vez más, un grande como Uruguay (mayor ganador de título de países) sufrió el dolor de bajarse de la lucha por el Mundial mucho antes de lo esperado. Como en 2014 en octavos con Colombia, como en 2018 en cuartos contra Francia, ahora le tocó peor al buen once del buen técnico Diego Alonso porque se despidió en la primera ronda, lo que no ocurría desde aquella épica remontada 3-3 con Senegal de Corea del Sur-Japón 2002. Increíble seguidilla de frustraciones que no coincide con esta rica camada de jugadores y entrenadores.
Pero no hay que hacer siempre la misma fácil de “los resultados mandan”. La celeste dejó en todos los casos citados su típica garra, su alma, también su buen nivel que supo construir estos años. Y no es igual perder como si tal cosa que perder por tan poco, habiendo vencido como hoy a Ghana y siendo marginado por un ajeno, hoy los impredecibles surcoreanos. Es difícil entender que a Uruguay tantas veces el destino le dio vuelta la cara, de manera tan cruel como este viernes. Eso no olvida su pasado hecho presente, su historia no se mancha por un par de goles menos a favor, por cualquier cuestión matemática. Lo importante es competir y hacerlo bien. Y la gloriosa oriental lo ha hecho, por eso sigue siendo tan campeón como su vida. Tiene entonces que seguir por ese camino triunfal en el futuro.
Diego Martín Yamus.
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