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El Mundial de 1954 en Suiza fue el segundo tras el de Italia 34 con 16 países. Por suerte ya no existía el feo sistema de eliminación directa. Sin embargo, vaya a saber qué genio ideó un formato de torneo más raro aún.
Los 14 clasificados en las eliminatorias aparte del local y el campeón Uruguay fueron divididos por primera vez en cuatro grupos de cuatro. Pero no jugaron todos contra todos como se estilaría hoy. Por cada zona se designaron dos cabezas de serie por antecedentes y un sorteo, que enfrentaban a los otros dos. Es decir que cada equipo disputaba sólo dos partidos. Y lo más loco: si estos encuentros de grupo terminaban empatados, a pesar de ser de primera fase, iban a tiempo suplementario. Que si finalizaba igualado valía. Y para terminar se seguía con los arcaicos cotejos de desempate en caso de tener los mismos puntos.
Entonces se dio que, en el Grupo B, Alemania Federal (que retornaba a la escena tras la Segunda Guerra Mundial) perdió el famoso 3-8 ante Hungría, pero barrió a Turquía en nuevo partido 7 a 2 y accedió a los cuartos de final. Más extraño fue lo del D, donde Inglaterra y Bélgica terminaron 4 a 4 tras 120 minutos y no hubo penales ni nada por el estilo. Allí Suiza daría el golpe grande batiendo a Italia 4 a 1 en histórico baile desempate que lo llevó a cuartos.
En el Grupo A, Brasil y Yugoslavia fueron cabezas y se midieron a Francia y México. En el B Hungría y los turcos, increíblemente, lo fueron ante Alemania y Corea del Sur, primera nación de Asia en la Copa. En el C Uruguay sólo jugó dos encuentros ante Checoslovaquia y Escocia, pasando cómodo con Austria. Y en el D, los cabezas fueron Inglaterra e Italia ante los anfitriones y los belgas. Después todo sería normal, más allá de varios oscuros sucesos. Pero el Mundial aún era una caja de rarezas.
Diego Martín Yamus
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