EL FÚTBOL, LA SEXUALIDAD Y LA MADRE

El Doctor Gerardo Ruiz Moreno nos da una explicación psicológica del hombre y los deportes- ¿Porque nos apasionamos con él fútbol y qué tiene que ver con nuestra sexualidad y la relación con nuestra madre?

He aquí el punto de vista:

1) Competición preedípica y edípica.
2) Externalizar tendencias homosexuales
3) Introyección y proyección (recibir y dar)
4) Necesidad de satisfacer contacto físico.
5) Autoafirmación venciendo obstáculos; fortaleza y control yoico (como en la equitación). Buscar y dejar a la madre.

Su esclarecimiento me lo dió el desentrañamiento que hizo Freud del juego del carretel de su nieto de dieciocho meses, transcripto en el capítulo II de “Más Allá del Principio del Placer” de 1920.

Estaba en una cuna y la madre se iba y venía, probablemente para trabajar. Así fue como el niño registraba las idas y venidas de la madre. Jugaba con un hilo que tenía en el extremo un carretel, que lo arrojaba y lo recuperaba. Más adelante agregó el lenguaje, diciendo al arrojar el carretel «fort» (fuera) y al recuperarlo «da» (está). El juego reproducía una realidad que estaba viviendo. Freud nos enseñó que el ser humano todo lo que sufre pasivamente tiende a repetirlo activamente. De manera que ese niño sufría pasivamente las idas y venidas de la madre. Como que hubiera dicho en el clásico juego de los niños, «canto yo soy mamá» (soy en realidad yo, quien se va y viene).

El fútbol ese deporte que yo nunca, desgraciadamente, pude practicar porque en mi época el «pataduras» era excluido de la cancha. Espero que algún día los profesores de educación física, sea al que más lo ayuden y entrenen.

Conseguí descubrirle el secreto al fútbol. La pelota es la madre y el varón juega permanentemente con la pelota, como de pequeño lo hacía el nieto de Freud con el carretel. La busca y la rechaza. Cuando la arrojan, enseguida la quieren recuperar y al hacer esto último inmediatamente la vuelven a arrojar. Las mujeres parecen ahora intrigadas e intentan aficionarse al juego de la pelota. A la niña se le da una muñeca para que reproduzca la relación madre-hija y al varón una pelota para que dramatice la madre embarazada de él mismo. Antes a una mujer embarazada se la consideraba «gruesa» y realmente en cierto mes de embarazo pareciera que llevara bajo la ropa una pelota de fútbol.

El varón así permanentemente busca la madre (lo femenino abandonado tempranamente) y la abandona (tanto la identificación como la relación interpersonal con ella).

Estaba una vez en mi club y distraídamente observaba unos varoncitos de 3-4 años que jugaban con una pelota. En un momento se les acercaron unas niñitas de la misma edad y ya me empecé a interesar por ver en que terminaría tal encuentro. Pues bien, las niñas se entrometieron en el juego pero enseguida los varones sin ningún tipo de violencia se retiraron, dejandoles la pelota. Seguí observando y no transcurrió mucho tiempo antes de que las niñas abandonaran el juego y se retiraran como vinieron. Esto me pareció demostrar que para la mujer ese juego carece de significación desde que ella no tiene, al menos clásicamente, que abandonar lo femenino (la madre) desde que lo llevan consigo en el sexo.

Termino con el offside del fútbol. Cuando al contrincante se le cae la espada, lo hemos visto en el cine de aventuras, el verdadero caballero, le cede la misma para que siga jugando. Analógicamente el docente al alumno o el analista a su analizado les deben otorgar valores para que se defiendan, desde su ignorancia y debilidad.

Darle siempre una nueva arma para que se defienda de quien es superior a él. Lo peor es trabajar con un ser que está rebajado. Lo mismo decir en el matrimonio y en la relación madre-hijo. Reforzarle las defensas al analizado que no las tiene. Freud decía que prefería tratar a personas que se le oponían.

El offside consiste en invalidar un tanto hecho al arco si no hay contrincantes del otro cuadro. Y nadie en la vida habitual quiere tener obstáculos cuando trabaja.

Actualmente es llamativa la agresión en la hinchada de fútbol y también entre los jugadores.  Seguramente en nuestro medio coincidiendo con un contexto socio-político desprotector. Además deben influir los cambios de la mujer y de la madre con respecto a su hijo varón, con el aumento de la agresión en éste.

El fútbol es un juego con pelota y de varones por antonomasia. A mi gusto la pelota representa la madre embarazada del propio sujeto o éste embarazado de la madre. El hecho es que la pelota es siempre buscada y siempre rechazada.

Lo de «foot-ball», es decir, pelota ligada al pie, sería equivalente al «da» en el juego del niño con el carretel. Cuando la pelota es pateada, equivaldría al «fort». Se trata de un «da» y un «fort» constante.

En II:94 me refiero a una serie de puntos aplicables a este juego: 1) el carácter competitivo; 2) la externalización de tendencias homosexuales («meter» un gol o que «se lo metan» – intervención de los mecanismos de proyección e introyección); 3) satisfacer necesidades de contacto físico (ésto más en el rugby);

4) autoafirmación venciendo obstáculos; 5) fortaleza y control yoico.

En IV:192 me refiero a que el tema del «off side» en el fútbol pude ser conectado con muchas situaciones de la vida. Por ejemplo explicaría porqué Freud en un pasaje de su obra manifestó que prefería aquellas personas que de entrada se mostraban desconfiadas, más que aquellas otras que se le sometían fácilmente. Indica que Freud prefería tener entre él y quien lo buscaba, un contrincante que se interponía entre ambos y lo protegía de cualquier proceder incorrecto con el otro y además lo colocaba en la posición de esforzado al no eludir una lucha. De manera que, en el fútbol, la contrincancia lejos de ser algo perjudicial, es algo que debe estar, para darle consistencia al hecho deportivo.

Otro aspecto a tener en cuenta es que se trata de un juego en colaboración, en equipo, que influiría tanto en el niño como en el joven, en su socialización.

Además se ha señalado la preferencia de los niños obesos por el arco y el pasaje, con el avance de la edad del jugador, del juego en posición ofensiva (delantero, por ejemplo) a meramente defensiva o intermedia.

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