Foto: infociudadsag.com.ar

Partidazo en San Andrés de Giles ¿qué Champions, ni Champions?

El viernes 8 de julio, día feriado, salimos con el móvil de Tribunero pero no con la misión de cubrir noticias, sino la de comer un asado y dedicarnos a pelotear un rato. Estábamos en la redacción, prácticamente no había trabajo, entonces decidimos juntar a algunos integrantes de la banda y salir a pasear a dónde nos lleve el viento.

Tras tres minutos de deliberación dentro del «troncomóvil» decidimos ir a un lugar que no conocíamos: San Andrés de Giles, localidad distante a unos cien kilómetros de la Capital Federal.

El viaje fue rápido, acceder allí fue sencillo, no nos esmeramos en buscar una parrilla para tirar una carne, es más, ni carne teníamos; todo estaba cerrado, salvo un restaurante.

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Paseamos por la ciudad, llegamos a la plaza principal y vimos un restaurante abierto, allí nos metimos. Comimos más bien y muy barato. Salimos rodando.

Compramos en esa ciudad un balón de fútbol en un comercio que, curiosamente, estaba abierto ese día. Personal amable como suele verse en las ciudades pequeñas nos atendió e indicó un lugar donde parar y allí fuimos.

El Parque Municipal estaba repleto de autos, motos y afines. Vimos un clima extraño, no malo por supuesto, pero de incertidumbre, sinceramente no entendíamos nada, hasta que el griterío de la multitud nos dio una pista.

Varias canchas de fútbol de todas las medidas, chicos que jugaban a la pelota, otros que entrenaban y allá en el fondo un campo de juego con alambrado repleto de aficionados que le ponían toda la emoción a un típico partido barrial.

Casi atraídos por un imán nos fuimos hacia la multitud y comenzamos a interpelar a los simpatizantes; emoción, tensión, alegría por un lado y desazón por el otro. Nada que envidiarle a una final de Champions League o Copa Libertadores; los dos clubes de la ciudad con más arraigo se estaban sacando chispas por la final del torneo local; clásico «gilense».

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El Dorado le ganaba 3-1 la final a su rival de todas las horas Los Teritos; un hincha joven con una caja de vino tinto lloraba mientras a cada instante le daba un sorbo al producto del dios Baco -Somos la vergüenza de la provincia- lamentaba -no podemos perder con esos muertos del dorado- enfatizaba.

No estamos hablando de profesionales, hablamos de una liga local donde se juega por amor a este magnífico deporte. Hombres, mujeres, niños, adolescentes, todos alentaban contra el alambrado, nadie se movía aunque la suerte estaba echada: El Dorado ganó sin problemas.

Los jugadores en la cancha dejaron el alma y pudimos presenciar un partido de aquellos; las orejas del pobre linesman terminaron coloradas, sin embargo aunque parezca insólito, no hubo ningún insulto hacia él, sino algún que otro «¿¡qué cobraste, viejo!??»

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Pitazo final, fiesta por un lado y desazón, cabezas gachas por el otro. ¡Qué lindo es el fútbol! y que broche de oro, sin querer, le pusimos a ese inolvidable día.

Les contamos que San Andrés de Giles es un lugar espléndido al cual recomendamos, es barato y la gente es diez puntos.

Marcelinho Witteczeck

@lostribuneros

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