En la segunda mitad de los años 80, el Mundial Sub 20 (entonces Sub 19) fue creciendo en popularidad, aunque aún no tenía la repercusión de hoy, a la par de los pocos medios de comunicación y difusión. Seguía siendo “el Juvenil”, con 16 países pero con chicos que empezaban a hacer ruido con sus actuaciones, y que consagraron campeones inolvidables. Justo en un tiempo en que Argentina y Uruguay habían pasado de ser protagonistas a mediocres.
Tras su primer título en México 83, otra camada de Brasil se preparaba para repetir en Unión Soviética en 1985. Y con pocos valores de renombre, como ese 83: el arquero Taffarel, Paulo Silas (mejor jugador del certamen) y Muller. En ese plantel había estado Romario, artífice del título en el regional, pero no pudo ir a Moscú. En el antiguo estadio Lenin, los de Gilson Nunes lograron superar a la dura España 1 a 0 en tiempo suplementario con gol de su central Henrique y así fueron los primeros bicampeones juveniles. La revelación resultó el tercero, Nigeria, primer africano en arribar entre los cuatro mejores; en cambio, Argentina y Uruguay se quedaron en el pasado, con camadas de menor nivel que antes, y no estuvieron en la cita soviética.
Entre 1987 y 1991 fue turno de los europeos, que a pesar de contar con valores importantes no pesaban en ese momento en el nivel joven. Pero en Chile, primer sudamericano en hospedar la Copa en 1987, aparecieron dos potentes y vistosos como Alemania Federal y Yugoslavia, que eliminaron al local y a Brasil y disputaron en el Nacional de Santiago un buen partido que los balcánicos se quedaron por tiros desde el punto penal. La ex república del este tenía un real Dream Team con Jarni, Boban, Prosinecki y Suker, que luego serían parte de la Croacia tercera en el Mundial mayor de Francia 98. Enfrente los alemanes no contaban con tantas estrellas, pero su goleador Marcel Witeczek volvió a ser artillero como en el Sub 16 de 1985. En un torneo que de nuevo extrañó a Argentina y Uruguay, Chile cumplió bien siendo cuarto de la otra Alemania, la Oriental.
Para Arabia Saudita en el verano 1989, Argentina pudo regresar bajo el comando de Carlos Pachamé y con Diego Simeone de guía en el medio, sin embargo, siguió en su oscuridad y pasó por la ventana a los cuartos de final, donde el Brasil de Carlos Germano, Bismarck y Sony Anderson lo eliminó. Pero no fueron los verdeamarillos los mejores, ya que chocaron con un hasta allí desconocido Portugal. Bajo la tutela de Carlos Queiroz, los lusos se apoyaron en su arquerazo Bizarro, Fernando y Jorge Couto, Helio Sousa y el gran “Bambino” Joao Pinto para derrotar a los brasileños en semifinales y a Nigeria, nuevamente revelación, en la final en el majestuoso estadio Rey Fahd de Riyadh. El certamen tuvo muy buen nivel técnico y varios encuentros para el recuerdo, el mejor el Nigeria-URSS de cuartos, donde los soviéticos ganaban 4-0, las Águilas igualaron a 4 y vencieron por penales.
Portugal tuvo en 1991 la gran chance de defender su inédito título en su país. Y con otra generación de talentos que destacó a Luis Figo, Rui Bento, Rui Costa y otra vez Joao Pinto, logró el bicampeonato tras volver a vencer a la “canarinha”, también fuerte con Roberto Carlos, Paulo Nunes y Elber. Esta vez fue en el estadio Da Luz de Lisboa, por tiros desde el punto penal y bajo el correcto arbitraje de Francisco Lamolina, que salvó el prestigio de Argentina, quien no sólo quedó afuera en la primera ronda al igual que Uruguay, sino que protagonizó incidentes ante el local en la primera fase que le valieron (como a la celeste) su exclusión del siguiente Mundial. El otro hecho remarcable fue la participación de un equipo de Corea unificado entre los casi irreconciliables Norte y Sur, que batió a la Selección en su debut y arribó a cuartos goleado por Brasil.
El entonces Juvenil, entonces Sub 19, iba sumando tiempo de vuelo. Y sería cada vez más hasta ganarse su propia jerarquía.
Diego Martín Yamus.
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