El «Tata» Brown está internado en grave estado

El ex campeón del Mundial de México ’86, José Luis Brown de 62 años de edad, se encuentra internado en grave estado.

El Tata Brown es recordado por haber anotado uno de los goles de la final del Mundial de México, en 1986, ante Alemania. El aguerrido defensor hoy se encuentra internado y bajo atención médica sin pronóstico, además, tiene prohibida las visitas, señala Estudiantes de La Plata en su página oficial.

«Cuando haya precisiones respeto a su estado de salud, su familia las dará a conocer», dijó el Pincharrata.

Surgido de la cantera de Estudiantes, el Tata pasó por Nacional de Medellín, Boca Juniors, Español, Brest de Francia, Murcia de España y se retiró en Racing en 1990. Su carrera comenzó en 1974.

En Wikipedia está escrito lo siguiente:

«Passarella (que era el titular indiscutible) no estaba bien, no se recuperaba de su afección, pero nadie me había dicho nada. El día del debut fui a desayunar y me crucé con Bilardo. “Hola, Brown, ¿cómo estás?”, me pregunta. “Bien, por fin llegó el día”, le contesté. Se fue, enseguida se dio vuelta y me gritó: “Ahh, Brown, mirá que jugás vos, ¿eh?”… Era la oportunidad que había soñado toda mi vida, mirá lo que me viene a la memoria… Me empiezo a cambiar, y entra Don Julio (Grondona) a saludarnos, uno por uno, una costumbre que mantiene. Tenía un papel en la mano, me pregunta cómo estoy y se va a hablar con Carlos. Yo miro de reojo y veo que hablaban de mí, porque me señalaban. Enseguida viene Don Julio y me da el papel. Era un telegrama de mi familia deseándome suerte (se le llenan los ojos de lágrimas)… Mi familia sabía todo lo que había sufrido para llegar ahí: los dos años luchando con la rodilla, mis viajes a dedo para jugar en Estudiantes, mi infancia en la escuela-hogar, ufff tremendo… y así pasó, jugué 6 partidos de titular antes de llegar a la final.

Me preguntan que si creía que metía un gol en la final. ¿meter un gol en la final?, dije… ¡Ni loco!, ¡si no tenía ninguno en la Selección!. Es increíble, jugué una final del mundo sin dormir un minuto la noche anterior. Y no fui el único, porque en el galpón donde dormíamos siete, las bisagras de las puertas hacían un chirrido, y en un momento escuché varios, me asomé y estaba Ruggeri. “¿Qué hacés Cabezón? No pude dormir ni un minuto”, le dije. “No te puedo creer, yo igual”, me contestó. Luego el día esperado: la gran final. En la jugada del gol fue un centro preparado, se practicaba con la rosca saliendo para afuera. Nos posicionábamos el Checho (Batista), el Cabezón (Ruggeri), Valdano y yo, que éramos los más altos. Cuando Burru (Burruchaga) sacó el centro fuerte y con comba, di el paso hacia adelante para elevarme y de reojo vi a Schumacher que venía jugadísimo y dije: «no llega», yo llego corriendo con todo, lo tenía al Diego (Maradona) adelante, así que me apoyé en él empujándolo al suelo y cabeceé… luego del frentazo yo no miro más la pelota y salgo a festejar el gol, me arrodillé, me explotaba el pecho, ¡me explotaba todo!… El primero en llegar fue el Checho, ni me acuerdo qué me dijo, lo único que yo hacía era gritar y llorar. Pensar que en la historia del fútbol argentino hay sólo 5 tipos vivos que metimos goles en una final del mundo, ¡y yo soy uno de esos 5!… Después seguí jugando matándome en la cancha y hasta me olvidé de mi lesión al hombro, fue un dolor insoportable pues fue una luxación en un choque con un alemán, entonces lo miro al doctor Madero y le digo: «ni se le ocurra sacarme», yo no salgo ni muerto de aquí ¡y me mordí la camiseta!, pasé millones de cosas duras en mi vida para vivir este momento y ni una lesión ni nada me iba a sacar ¡ni loco!…Son recuerdos maravillosos e imborrables, hasta hoy se me pone la piel de gallina».

@lostribuneros

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