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Todo un estratega es el presidente de la FIFA Josepp Blatter. Repartió millones de dólares en beneficios a federaciones que de fútbol no entienden nada y ellos retribuyeron su gratitud con votos.
El mundo del fútbol se le puso en casi contra a Blatter, luego del escándalo de corrupción que sacude a la FIFA y que acabó con la prisión de varios directivos y empresarios, pero los más «chiquitos» lo hicieron grande en la elección del viernes 29.
Blatter hiló fino y gracias a su jugada de ajedrez se mantendrá en el cargo de presidente hasta 2019. Federaciones de países desconocidos para el ambiente del fútbol le dieron el «si» y eso bastó para que pasar por encima de la Conmebol, Concacaf, UEFA y la poderosa federación de Australia.
Myanmar, Fiji, Vanuatu, Islas Salomón, Tahití, Marshall, Tuvalu e Islas Caimán, entre otros, han aportado su voto, y como este vale lo mismo que el de Alemania, Argentina, Uruguay o Brasil, Blatter ganó.
En estos casos el suizo no precisó sobornar a nadie, sino que lo hizo de manera legal. Los benefició con apoyo financiero y estratégico para que el balompié sea popularizado en esas zonas. Además, les construyó estadios y canchas de fútbol, a parte de colaborar para que consigan auspiciantes para tornar al fútbol mucho más atractivo para la nueva afición.
Está el caso de Islas Caimán, país caribeño que cuenta con 60.000 habitantes que, a parte de ser un paraíso terrenal, es un paraíso fiscal. A esta federación les construyó una sede cuyo costo osciló en los 2,2 millones de dólares. La población entera de Caimán, no llegaría a colmar el Camp Nou de Barcelona, por ejemplo.
Mongolia, por ejemplo, comenzó a competir a nivel internacional de clubes y selección, al igual que Timor Este.
Esta fue una jugada que le salió bien a Blatter, lo que no quiere decir que no sea el amo y señor de la corrupción.
@lostribuneros
