Miles de manifestantes e inadaptados se mezclaron antes, durante y después del partido entre Brasil y Uruguay por la Copa de las Confederaciones provocando destrozos, heridos y detenidos en Belo Horizonte.
La gente continúa enardecida en Brasil y, pese al acuerdo con la Presidente Dilma Rousseff, los manifestantes se volcaron en torno al Estadio Mineirâo pretendiendo impedir el acceso de los hinchas a las graderías.
Incendiaron una concesionaria de automóviles, además, delincuentes infiltrados aprovecharon para robar negocios, motos y saquear locales. Hubo detenidos y heridos. La capital del estadio de Minas Gerais estaba en llamas.
Brasil sigue en llamas y parece que la alegría del «futebol» ya no existe.
@lostribuneros