El empresario Adi Dassler se acercó a la concentración del seleccionado alemán, para el Mundial de Suiza 1954, y habló con el entonces técnico Sepp Herberger, para ofrecerle un innovador calzado deportivo.
Herberger vio lleno de optimismo la propuesta del empresario del calzado Adi Dassler, dueño de la marca ADIDAS, y no dudó en exigirle a la federación alemana que le compre los nuevos botines.
El calzado de esa época era duro y con tapones de madera, pero Dassler ideó un botín hecho con un material más liviano, flexible, con tapones de aluminio, y de yapa: intercambiables.
Conocedor de esta arma secreta, Herberger le rogó a Dios que el día de la final ante Hungría, último campeón olímpico, que además, ostentaba un invicto de 33 partidos, y que les había marcado 8 goles por la zona de grupos, lloviera para poner en práctica otra fase de su plan: el calzado.
Dios escuchó sus ruegos y en la previa llovió, lo que fue aprovechado por los teutones, primero porque los magiares venían de un duro alargue contra Uruguay por semifinales, luego, llevaron a cabo la otra parte del plan, que los jugadores pudieran lucir un calzado adecuado para la ocasión.
El utilero del seleccionado germano, por primera vez, tuvo que utilizar sus herramientas y colocarle tapones largos a los botines, para que éstos tengan mejor agarre en un piso resbaladizo.
Alemania fue campeón de manera sorpresiva, y quien se llevó gran parte de los olivos fue el visionario empresario Adi Drassler, el señor de «Adidas».
@lostribuneros