Tras la brillante era de Uruguay en las Copas América de inicios de los años 20, en 1925 Argentina retornó como sede del certamen y, a nueve años de su creación, alzó el título. Pero fue el primero de tres no seguidos que lo dominarían a la celeste, que sólo ganaría uno, antes del primer Mundial de la historia que sería en suelo oriental en 1930.
Eran esos segundos 20 años de más y más irregularidades, con abandonos hasta de Brasil en varias ocasiones y de los mismos uruguayos para ésta del 25, jugada en la vieja cancha de Boca y de Sportivo Barracas. Para más curiosidad, sólo el local, Brasil y Paraguay participaron y debieron realizar un triangular a dos vueltas, que aparte se definió en plena Navidad. Uruguay había renunciado a un año de su primer título olímpico en París 1924 por conflictos internos en su Asociación. Por lo que la albiceleste y la aún floja verdeamarela dominaron fácilmente a Paraguay y definieron ese 25 de diciembre en Barracas, donde Brasil iba 2-0 por sus estrellas Friedenreich y Nilo, pero descontó Cerrotti y Manuel «la Chancha» Seoane, el crack de Independiente, igualó a dos y le dio el campeonato al conjunto del aún arquero Américo Tesoriere, siendo de paso máximo artillero con 6 goles, tres contra los brasileños en el 4-1 de ida.
Y seguían agregándose países a la gran cita, que de a poco dejaba de ser un minitorneo. En 1926 le tocó debutar a Bolivia, que demostraría enseguida su debilidad siendo apabullado por los grandes. Y allí en Chile, Uruguay volvió a consagrarse cortando el envión argentino, dirigido por Ernesto Fígoli y con Héctor Scarone y Héctor «el Manco» Castro tan brillantes como lo serían cuatro años después para ganar la primera Copa del Mundo.
En 1927 quien se agregó a la lista de estrenos fue Perú, pero su suerte fue parecida a la de Bolivia. Y como Brasil, Chile y Paraguay decidieron bajarse, Argentina y Uruguay, los otros dos participantes, lograron demasiado fácil los dos pases a los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928 que volvería a conseguir la celeste. De paso, la selección nacional conducida por José Lago se quedó de nuevo con el título, batiendo a los orientales 3 a 2 en gran partido que se definió faltando cinco minutos con un autogol de Canavesi.
En 1928 justamente los Juegos retrasaron la Copa de ese año para 1929. Y a menos de un año del Mundial, Argentina campeonó por tercera vez, nuevamente en nuestro país y para colmo con una pésima tarea de Uruguay, goleado por Paraguay (finalmente subcampeón) y derrotado 2-0 por la albiceleste en el viejo estadio Gasómetro, el de San Lorenzo de Almagro, con goles de Manuel «Nolo» Ferreira y mario Evaristo. Ya la celeste tendría tiempo para prepararse y tomarse la mejor de las revanchas en 1930. Pero antes, Argentina no se olvidó de marcarle la cancha con sus tres vueltas olímpicas.
Diego Martín Yamus.
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