Sabemos que Oceanía cuenta con un puñado de países alineados detrás de Nueva Zelanda, además que el otro gigante Australia se fue a Asia en 2006. Y los otros casi ni le hacen cosquillas a los Kiwis. Sin embargo, y como allí también el fútbol es impredecible, cada tanto aparece alguno desconocido a competirle. Este año fue el caso de Vanuatu, un hermoso lugar en el corazón del Pacífico Sur, que le hizo partido y fue segundo de la región. Un país que, parece, quiere ascender.
Los “Men in Bvlack and Gold” (hombres de negro y oro) se dieron a conocer este siglo, a pesar de que su federación se fundó en 1934, cuando el territorio era una colonia llamada Nuevas Hébridas. Su primer encuentro en 1951 fue un 0-9 ante los neocelandeses, y casi vivió dentro de los Juegos del Pacífico Sur, donde logró sus primeros buenos trabajos como el segundo puesto en 1971. Pero tanto en la Copa de la OFC como en las eliminatorias del Mundial (que empezó en 1992) era un débil. Afiliado a su confederación y a la FIFA en 1988, ganó su único título con una tal Copa Melanesia en 1990.
Pero en 2004, en la ruta a Corea del Sur y Japón 2002, dio un golpe bajo al 1 de la zona: 4-2 a Nueva Zelanda por Chillia, Bibi, Maleb y Qorig, quitándole buena parte de sus chances de repechaje. Y sobre todo en junio pasado, cuando en su nuevo estadio Freshwater de la capital Port Vila llegó a la final de la Copa OFC con los All Whites. Dirigido por el brasileño Juliano Schmeling y con el capitán y goleador Tangis como figura, tiene un buen porvenir cuando a fin de año arranque su camino al Mundial 2026. Es que Vanuatu, actual 162 del ránking FIFA y con un campeonato de Primera de pocos equipos, desea ser algo más que un nombre raro.
Diego Martín Yamus.
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