El fútbol es como todo deporte una competencia. Se juegan para ganar, pero no siempre se puede. Eso no significa que haya que menospreciar un trabajo correcto. Es el caso exacto de la selección Sub 23 de Uruguay, tercera en el Preolímpico de Colombia y eliminada de los Juegos de Tokio.
Vale igual el andar de la celeste. Más allá de mediocres números (sólo tres victorias en siete partidos, pasando de fase raspando) la tarea de Gustavo Ferreira y su cuerpo técnico quedó en buena imagen, pensando en el futuro, que para eso sirve la competencia de edad límite. Valores como el «Puma» Rodríguez, lateral derecho hasta con gol, el central cabeceador Laborda, los medios Sanabria y Ugarte, el capitán Waller, la peligrosidad de Viñas o Ignacio Ramírez arriba, son a tener en cuenta para próximas luchas. Porque cada vez más se afianza el recambio en la mayor que se viera en el Mundial de Rusia. Hasta el chico Matías Arezo,que no supera los 17 años, fue importante desde el banco. Y eso que no fueron cedidos gente valiosa como Bentancur, Valverde o Schiapacasse por la insoportable soberbia de los clubes europeos.
Después podemos hilar más fino y ver las pizarras de estadísticas. Apenas pudo vencer por la mínima a Paraguay y Perú y dependió de marcadores ajenos en la fase inicial, y en la ronda decisiva no pudo con Argentina y se empató con Brasil. Con todo, superó con autoridad al pobre local y esperó hasta el último partido una clasificación que no llegó. Pero el trabajo vale. Vale como un pasaje a Japón.
Diego Martín Yamus.
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