Recuerdos hermosos tenemos de la capital uruguaya. El día que viajamos a la cancha de Racing con el equipo tribunero y terminamos en la cancha de Liverpool. Al ver nuestra patente argentina, un hombre que pasaba, viendo que estábamos parados en una calle mirando el mapa de Montevideo, nos orientó. Finalmente llegamos al Parque Osvaldo Roberto.
Recordando anécdotas vividas años atrás en Uruguay, nos acordamos del día que nos perdimos buscando el ‘Campeón del Siglo’ que estaba en construcción. Parados en el medio de la ruta, mirando mapas a la intemperie unos muchachos bajaron del camión para auxiliarnos; nuestra patente argentina nos jugó a favor. Un pedazo de carbón y un cartón bastaron para que el camionero nos dibuje el trayecto para llegar a lo que hoy es la cancha de Peñarol.
Pensando. Recordando. Nos viene a la mente la calle José Piendibene que curiosamente la cruzamos… en Maroñas. Es que Piendibene es el creador del ‘falso 9’ allá por 1908.
Raro que la calle esté ubicada en el barrio de un histórico rival de Peñarol como lo es Danubio y no en el barrio Peñarol, donde nació el club más popular del vecino país.
José Piendibene nació en la capital oriental el mismo año que era fundado el club al cual llevaría a la gloria en el amateurismo. Peñarol en esa época era el apodo del Central Uruguay Railwai Cricket Club (CURCC), que, al ser impronunciable los seguidores lo denominaban con el nombre de la estación y pueblo (hoy barrio), como si fuese Banfield, Lanús, Claypole o Temperley, para hacer un paralelo.
Lo llamaban el “Maestro” por causa de un futbolista argentino de apellido Brown, que luego de un clásico entre ‘Los Porteños’ (selección argentina) y Uruguay, éste diera cátedra, y lleno de admiración el jugador de Alumni le dijo: “eres un maestro”. Los diarios argentinos de la época calificaron a Piendibene como un ‘maestro’ del fútbol y de ahí el apodo.
Ese adelantado de la época jugó hasta 1926, haciendo las delicias de los hinchas porque rompía todo esquema. Era un innovador de aquellos tiempos, un adelantado un siglo. Fue tanta su grandeza que la ciudad de Montevideo le dedicó su nombre a una calle.