Tribunero en el Merendero de La Falda

Por Marcelinho Witteczeck, enviado especial.

La solidaridad y las buenas acciones han conmovido a la redacción tribunera. La noticia de que una señora hace de tripas corazones en un lugar remoto para nosotros, dado a que estamos en Buenos Aires, para que casi un centenar de niños puedan, al menos, tomar la merienda todos los días nos dio vuelta la cabeza.

La Fundación Aurora Aguirre del barrio Río Grande, de la coqueta ciudad de La Falda, ubicada al norte de la provincia de Córdoba, surgió de la mente de la Victoria Zalazar «Tita».

Esta abogada no se conformaba con ver la televisión y lamentar por las desgracias que padecen miles de niños día a día, por eso, decidió realizar una tarea que merece ser destacada. Un buen día, sin tener idea de cómo hacerlo y a los ponchazos, comenzó a darle forma a eso que se le metió en la cabeza y empezó a meter manos en la fragua.

Su entusiasmo y dedicación la llevaron a comenzar a descubrir nuevas posibilidades. Aportó dinero de su propio bolsillo, hizo miles de peripecias, estuvo al borde del colapso, hasta que un día su suerte cambió. Al ver que era ella sola contra el mundo, y al ver la pureza de su corazón y su pasión por ayudar al prójimo, otras personas se fueron acercando con el mismo fin y acoplándose.

El tiempo pasó, nada fue fácil nos decía Tita, pero varias personas comenzaron a trabajar de manera mancomunada y se convirtieron en su sostén. Gracias a esto vino el segundo paso, un tercer y así hasta llegar a formalizar su idea frente a las autoridades. Ahí nació la Fundación «Aurora Aguirre».

El sueño no estaba todavía concluido, faltaba algo más: el merendero propio.

Tita tomó un préstamo personal de un banco más unos ahorros que tenía y compró dos terrenos en el modesto barrio Río Grande. Luego comenzó a edificar y allí su vida tomó otro rumbo.

La idea no era «tener un galpón» para darle de comer a los chicos, como nos relató, sino que pretendía tener un edificio más que digno.  «Ser pobre no implica que no tengan derecho a un lugar confortable».

Al enterarse la gente de la ciudad de lo que ella estaba llevando a cabo, y viendo su impoluta reputación, comenzaron a llegar llamadas telefónicas. Gente solidaria comenzó a aparecer en la escena. Desde el más rico hasta el más pobre. Todos comenzaron a aportar para esta causa noble, llenando a Tita de regocijo y felicidad.

Emocionada nos contaba cada perlita. «Es impresionante la reacción de la gente», dijo entre lágrimas. «Nunca creí que esto iba a suceder».

Arquitectura, escribanía, constructor, proveedores, todos aportaron sin pedir nada a cambio, en silencio nomás. Benefactores, gente que dejó dinero en un sobrecito y que dijo «para los chicos». La escuela técnica y sus estudiantes y hasta la propia municipalidad no miraron para el costado.

El intendente Eduardo Arduh, al ver la conmoción que estaba generando la idea de Tita, se acercó y sin vueltas tomó la batuta de la solidaridad.

Claro, mencioné al intendente, que no deja de ser un político que tiene que cumplir con su obligación ¿pero qué onda Rito Bulacio?

Rito Bulacio es un constructor prestigioso a quien tuve la oportunidad de entrevistar y he aquí el enlace. Este hombre se acercó y colaboró de manera incondicional, buscando una solución para cada dificultad y facilitando todo para que el edifico quede perfecto. Ese hombre, hincha de Boca Juniors, no pudo contener las lágrimas al hablar de «Tita» Zalazar.

El Padre Ramón Sánchez también aportó lo suyo y hasta el coro de la iglesia participó de la inauguración.

«Gracias a todos por estar aquí, autoridades, familias, amigos, socios y tantas personas que de forma anónima se sumaron a esta tarea solidaria», arrancó Tita ese sábado 3 de diciembre, en el momento de la inauguración.  La emoción la embargó y cómo pudo prosiguió: «con temor y no con poca audacia, con muchos sueños y movida por ayudar a familias de escasos recursos, se dio comienzo al Merendero de Río Grande», manifestó en su discurso conteniendo un sollozo que estaba a punto de salir de lo más profundo de su alma.

Ponderó a Stella Maris de la ciudad de Córdoba «quien arrancó con una alcancía en su consultorio». Ofelia, recién llegada a La Falda, «quería ayudar a alguien» y llegó hacia Tita y sumó otro motor.

Las sorpresas se sumaban: «Los empleados del peaje de La Cumbre que en un festival donaron todo el dinero de la entradas», y hasta el canal de noticias de la ciudad «organizó un desfile de modelos para colaborar también».

«Fue un camino de satisfacciones y Dios que guió mis pasos cuando decidí encarar la construcción y me llevó a Rito Bulacio quien me dio un apoyo incondicional. Lo tomó como un proyecto propio».

No sólo va a alimentar el cuerpo este merendero, también va a alimentar las mentes de cientos de personas, ya que comenzarán a dictar todo tipo de cursos y de capacitaciones de manera gratuita con el fin de mejorar la calidad de vida de la comunidad.

Ahora, el merendero precisa de tu ayuda. Cualquier cosa que tengas para donar, que esté en buen estado, o bien si querés aportar dinero, o tus servicios ad-honorem, contactate con ellos, buscalos en Facebook

www.facebook.com/fundacionauroraaguirre

@lostribuneros

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