No es la primera vez la de esta tarde en cancha de Boca que el colombiano Teófilo Gutiérrez muestra su pésima conducta. Aquel episodio en el vestuario de Racing cuando amenazó a su compañero Sebastián Saja con un revólver de juguete, o en River que perdió el avión estando de vacaciones y llegó tarde a los entrenamientos, más varias inoportunas expulsiones. Hoy, tras haber convertido el gol del empate de Rosario Central, tiró al tacho todas sus cualidades con un ejemplo de mala educación haciéndole gestos a la tribuna boquense, recordándole su paso por el millonario.
No es, tampoco, la primera vez que un futbolista se comporta mal en nuestro campeonato, parece tendencia que los jugadores tienen modales insolentes, de malos perdedores, de malos ganadores, de malos compañeros o colegas, esa estupidez de pedir amarilla para el contrario. Alguna vez este pobre fútbol nacional debe copiar en serio a Europa, no sólo su organización, sino su corrección. En 1994, el técnico de Alemania, Berti Vogts, expulsó del equipo en pleno Mundial al talentoso Stefan Effenberg por haber provocado al público en el triunfo sobre Corea del Sur. Rosario Central, una gran institución, debería hacer lo mismo con este portador de violencia más que jugador de fútbol. Y, si los reglamentos se aplican como corresponde, Gutiérrez debe recibir una durísima sanción, ejemplificadora. No sólo por su bajeza, sino porque ya cuenta antecedentes para una lista. Así como en Europa no se permiten cantos racistas, aquí no se debe permitir este tipo de locuras, quién se cree un futbolista que es para rebajar así a los demás. Ojalá hablemos próximamente de una medida justa para esta vergüenza.
Diego Martín Yamus.
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