La historia del Club Atlético Talleres, de la hermosa y pujante provincia de Córdoba, en el centro de la Argentina, es casi una novela. De amores y odios, de alegrías y dramas. De idas y vueltas, de encuentros y desencuentros. Así como fue grande en los 70 y 80 al borde de un título local, estuvo en el subsuelo de los torneos regionales en los últimos años. Ahora,su consagración en la Primera B Nacional 2016 lo colocó nuevamente en el sitio que le es más familiar: la Primera.
Club de gran convocatoria y arraigo no sólo en la superfutbolera tierra cordobesa, sino en el interior del país, Talleres es un nombre importante de nuestro fútbol. Fundado en 1913, Por décadas fue amo y señor de su liga provincial pero recién en 1969 comenzó a jugar en la órbita de la AFA, en los recordadísimos Campeonatos Nacionales. Con la próspera llegada de Amadeo Nuccetelli a la presidencia, tras algunas performances interesantes en 1978 estuvo a punto de gritar campeón por primera vez, en la imborrable final del Nacional 77 con Independiente, cuando ganaba de local 2 a 1 y con tres hombres más por expulsiones rojas tras protestar el segundo gol de Bocanelli con la mano; sin embargo, Ricardo Bochini igualó sobre la hora y le dio a los de Avellaneda el título.
Más allá de esa frustración, la T fue gran referente de la tierra adentro y animador permanente del fútbol nacional, no sólo en la competencia sino porque fue proveedor de la mismísima Selección Argentina. Figuras como Ocaño, la “Pepona” Reinaldi, Bocanelli, Cherini, Luis Ludueña, Luis Galván, Oviedo, Valencia y Bravo supieron integrar los planteles de César Luis Menotti, y en el 78, Galván, Oviedo y Valencia fueron campeones del mundo por primera vez; incluso, el primero tuvo un extraordinario partido en la finalísima contra Holanda en el estadio Monumental. Hasta fue protagonista del debut de un chico de las inferiores de Argentinos Juniors, un mediocampista ofensivo zurdo de tremenda habilidad, Diego Armando Maradona, aquel 20 de octubre de 1976 en la cancha del bicho de La Paternal, cuando Pelusa ingresó en el segundo tiempo y en su primera acción le hizo un caño a Juan Domingo Patricio Cabrera, pero Talleres venció 1 a 0.
En 1980, gracias a sus destacadas tareas en los Nacionales, el albiazul de Barrio Jardín ingresó como club no afiliado a la AFA a participar de los torneos de Primera División, continuando buenas actuaciones como la semifinal del Nacional 82 perdida ante el gran Ferro Carril Oeste de Carlos Timoteo Griguol. Nuccetelli, que impulsó a la institución a lo más alto en lo deportivo y social, siguió hasta 1987, pero luego el club comenzó un declive con malas actuaciones y peligro de descenso, que finalmente se dio en 1993, con un escándalo incluido en el 2-2 ante River Plate en el estadio Olímpico de Córdoba, cuando un hincha entró a querer agredir al singular árbitro Javier Castrilli. En ese momento, el ex presidente Carlos Menem había pedido que se anularan los descensos, pero eso no sucedió y Talleres fue a la segunda por primera vez en su rica historia.
Si bien volvió rápido a Primera en 1994, al vencer a Instituto, uno de sus grandes rivales, el albiazul comenzó una inesperada serie de altibajos. Descendió de nuevo para 1995, pero subió en 1998 tras derrotar a Belgrano, su histórico enemigo, siendo mandamás de AFA por primera ocasión. Y en 1999 logró su momento más glorioso al ser campeón de la Copa Conmebol frente al Sportivo Alagoano de Brasil, al que tras perder 2-4 en Alagoas goleó 3-0 con aquel gol de Julián Maidana a los 90, convirtiéndose en la primera institución del interior argentino en ser campeón internacional. Y para 2002, con otra gran campaña, accedió por primera vez a la Copa Libertadores.
Pero el morboso e injustificado sistema de promedios de descenso, computando los puntos obtenidos en las últimas tres temporadas y dividiéndolos por 3, lo puso varias veces en jaque, hasta que en 2004, habiendo sido tercero del Torneo Clausura detrás de River y Boca, y estando clasificado para la Copa Sudamericana, debió jugar la promoción para no caer a la B Nacional ante Argentinos Juniors. Perdió 2-1 en la ida en La Paternal, y el 4 de julio cayó otra vez 2-1 de local, siendo hasta hoy ése su último partido en Primera. Talleres contaba con un equipo de grandes talentos, como Aldo Osorio y el uruguayo Víctor Piris Alves, o Marcos Gutiérrez en el arco, sin embargo, de ser tercero y estar en una copa se fue a la B Nacional.
Esos fueron los años más oscuros del otrora grande de Córdoba y del fútbol doméstico. A fines de 2004, la pésima situación económica obligó a decretar la quiebra y la intervención de un gerenciamiento,es decir, un grupo privado manejando al club, una repetida costumbre de esos tiempos en la flaca Argentina de entonces. Lo peor es que Talleres fue en caída libre, y de la B Nacional, en lugar de pelear por volver a la Primera, descendió otra categoría y luego de mucho tiempo, desapareció de los campeonatos de la AFA para jugar el certamen regional, primero llamado Argentino y actualmente Federal. Había regresado en 2013 a la segunda categoría, pero volvió a bajar para 2014, regresando a la B Nacional en 2015.
Hasta que en este último semestre de 2016, el de la transición del fútbol argentino, Talleres ganó sin atenuantes la B Nacional, derrotando el 5 de junio a All Boys en Floresta en un tremendo final, donde a falta de 7 minutos perdía, lo empató y con el remate del experimentado Pablo “Cholo” Guiñazú lo ganó en el adicional, festejando a lo loco un nuevo momento de oro en su vida. Esa vida de alegrías y dramas, esa novela que luego de tantos capítulos ahora escribirá uno nuevo de alegría cuando en unas horas enfrente a Racing Club en la primera fecha 2016/2017. Los éxitos de los 70 y 80, el espíritu de los grandes futbolistas, el ruido de su fervorosa hinchada volverán a aparecer en el contexto grande de la Argentina. Y, quién sabe, sea de nuevo con gloria. O al menos, con un buen camino.
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Final Nacional 77: Talleres 2 – Independiente 2
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Diego Martín Yamus
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