A lo largo de esta lluviosa jornada sobre Buenos Aires, íbamos informándonos momento a momento de la posible suspensión del superclásico Boca-River por la primera final de la Copa Libertadores. Que se juega, que no, que hay que esperar, que a las 2, que a las 3…
Increíblemente, inexplicablemente, se esperó más de la cuenta para la decisión. Que se caía de madura, llovía torrencialmente (con cortísimos intervalos) y la Bombonera, escenario del primer choque, no estaba en buenas condiciones. Y el pronóstico sentencia lluvia hasta casi el martes. Entonces, no hay que pensar tanto para definir una cuestión tan importante como ésta. Una vez más queda en evidencia la desorganización que reina en la Argentina cada vez que llueve sobre el fútbol. Hay gente, incluso de lugares lejanos, hay seguridad, hay toda una estructura que lleva tiempo armar y desarmar para que con tan poco tiempo de antelación se resuelva suspender lo que se veía a simple vista.
Diego Martín Yamus.
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