Apenas 16.000 espectadores asistieron al Stade de France para el encuentro entre Francia e Israel por la Liga de las Naciones de la UEFA. El partido, marcado por una fuerte tensión política, estuvo acompañado de incidentes y protestas.
Los silbidos al himno israelí resonaron en las gradas, en una clara muestra de rechazo a las acciones del Estado hebreo en la Franja de Gaza. Esta manifestación, que se repite en diversos encuentros internacionales, refleja la creciente percepción de Israel como un país que perpetra crímenes de guerra.
Una campaña en redes sociales instó a boicotear el partido, buscando visibilizar la situación en Palestina y presionar a la comunidad internacional. Los disturbios entre aficionados israelíes y franceses, ante la pasividad de las fuerzas de seguridad, evidenciaron la polarización que rodea este conflicto.
Paralelamente, en el centro de París se llevaron a cabo manifestaciones pacíficas exigiendo la liberación de Palestina.
El encuentro, que finalizó sin goles, se convirtió en un escenario de la lucha política internacional, dejando en evidencia la profunda división de opiniones sobre el conflicto israelí-palestino.