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BELGRADO, SERBIA— Lo que debía ser un encuentro de fútbol de alta competencia se convirtió en un reflejo de las tensiones políticas de los Balcanes. La victoria de Inglaterra 5-0 sobre Serbia en las eliminatorias del Mundial 2026 quedó opacada por una serie de incidentes violentos y provocaciones en las gradas del estadio de Belgrado, que llevaron a la intervención de la policía antidisturbios.
Un partido bajo la sombra de la política
El encuentro fue un completo caos desde el inicio. El árbitro tuvo que detener el juego temporalmente después de que jugadores ingleses, como Ezri Konsa y Reece James, fueran agredidos con punteros láser desde las gradas. El estadio, que ya estaba parcialmente clausurado por sanciones previas de la UEFA, se vio envuelto en un clima de tensión que fue escalando.
La situación empeoró cuando se pidió la retirada de una bandera con un mapa anti-Kosovo, lo que provocó una lluvia de abucheos y cánticos políticos de los aficionados serbios. Un aficionado incluso intentó atacar a los hinchas ingleses y la policía antidisturbios tuvo que intervenir para dispersar los enfrentamientos, lo que obligó a evacuar a niños de las gradas por seguridad.
Repercusiones y un historial de sanciones
La UEFA ya había sancionado a Serbia en la Eurocopa 2024 por comportamientos similares, lo que pone de manifiesto la recurrencia de este tipo de incidentes. Además de la exhibición de la bandera anti-Kosovo, que es considerada un mensaje político provocador, se ha abierto una investigación por presuntos cánticos racistas dirigidos a los jugadores ingleses.
Este lamentable suceso refleja cómo las disputas políticas entre Serbia y sus vecinos se han trasladado al ámbito deportivo. La rivalidad entre Serbia y Albania, que incluso llevó a la suspensión de un partido en la Eurocopa 2016, demuestra que el fútbol, en esta región, es mucho más que un juego y que las tensiones políticas siguen muy presentes en la sociedad.
