Cuando se habla del Maracanazo a uno le viene a la mente la final del Mundial de Brasil 1950 con un valiente Uruguay dándoles la vuelta en la cara, pero los chilenos también tuvieron su Maracanazo, pero a la inversa: se retiraron de la cancha.
El 3 de setiembre de 1989 los jugadores de la selección de Chile vivieron el peor papelón de su historia, tras abandonar el juego en pleno Maracaná por Eliminatorias. La prensa trasandina irónicamente llamó a esto «El Marcanazo».
Una bengala cayó al campo desde una tribuna del estadio Maracaná durante el juego en que Brasil vencía a Chile por 1-0 y estaba obteniendo su pasaje al Mundial Italia 1990, pero de repente el arquero y capitán de la Roja, Roberto «Cóndor» Rojas cayó desplomado y bañado en sangre tras el impacto de una bengala.
El equipo de Chile decidió abandonar el campo de juego, pese a que el referí argentino Juan Carlos Loustau no había suspendido el encuentro. Hubo un verdadero escándalo, cabildeos, idas y vueltas, hasta que los jugadores de la «Roja» se pusieron firmes y se marcharon escoltados del «Maraca», dejando trunco el juego, pese a que las autoridades brasileñas, quienes vieron las imágenes por televisión en el preciso momento del tumulto, afirmaron que la bengala no había impactado en el arquero y, junto a los veedores coincidieron en que la brega debía seguir.
La idea de los trasandinos era la de ganar el juego en la FIFA, presidida por el brasileño Joâo Havelange, justamente, y así eliminar a los verdeamarelos por primera vez de un Mundial.
El tiro les salió por la culata a los chilenos, luego que un fotógrafo argentino y otro japonés que estaban apostados en la cancha, pudieron presentar imágenes que demostraban que el «Cóndor» Rojas no había sido impactado, dejando en claro que él mismo se provocó el corte.
Los chilenos habían protagonizado un escándalo en el partido previo, que se jugó en Santiago ante esta misma selección, y donde igualaron en uno, y generaron un verdadero clima de exasperación tras tanta hostilidad, que terminó de la peor forma en Río de Janeiro.
Chile, luego del lío de Santiago, perdió los derechos de jugar en casa y se tuvo que mudar a la Argentina, donde ofició de local en Mendoza ante Venezuela.
Luego de esto, la FIFA decidió descalificar a los chilenos y suspender a la federación, quien le tiró todo el fardo al arquero Roberto Rojas, y éste tuvo que hacerse cargo solo de todo aquel papelón. Lo más triste, fue que el «Cóndor» era arquero del San Pablo.
Con Rojas como chivo expiatorio, la federación chilena salvó su pellejo parcialmente, ya que fue descalificada y se le prohibió jugar las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos 1994, logrando conformarse con sedear la Copa América de 1991.
@lostribuneros