Santo Tomé y Príncipe es otro de los tantos remotos lugares que el fútbol nos da la chance de conocer. Es que prácticamente no hay elementos que lo distingan de otros. Y el fútbol fue justamente causa de un hito el pasado lunes 13 de octubre, cuando la selección nacional ganó su último partido por las eliminatorias para el Mundial 26 a Malawi, un marcador histórico como primera victoria en 10 años en su vida.
La nación independizada de Portugal en 1975 (como Angola, Cabo Verde o Guinea Bissau) se ubica en el oeste de África, en la zona del Golfo de Guinea, y conforme a su bajo nivel social y su pobreza, ha sido uno de los más débiles del continente. Para colmo integró el Grupo H con la máquina Túnez. El 10 de octubre el lugar de habla portuguesa había sido barrido 6 a 0 por los tunecinos, que le cedieron la localía en Rades. En el mismo territorio, pero en Sousse, los “Halcones y Papagayos” (como se los apoda) recibieron a Malawi en la fecha final de las eliminatorias, habiendo caído en sus nueve partidos anteriores. Sin embargo, sacaron pecho y derrotaron al flojo del este 1 a 0, gracias al penal de Ronaldo Afonso a los 62 minutos. Por supuesto que igual terminaron en el fondo de la tabla con esos tres puntos. Pero para ellos fue un título del mundo.
Ellos, dirigidos por Ricardo Monsanto, fueron Bonfim, Almeida, Ricardo Afonso Fernandes, Rogerio Afonso Fernandes, Vavá Pequeno; Neves, Braganza, Vilhete; Ronaldo Afonso, Gue y Gil Carvalho. Ingresaron Sergio Male por Gue (55’), Mimi por Vilhete y Barbeiro por Ricardo Afonso Fernandes (73’), Waldimison Santo por Neves y Luis Costa por Gil Carvalho (90’ +3). La lusofonía (idioma portugués) de África estuvo de festejo total, por un lado, con el enorme Cabo Verde arribando a su primer Mundial. Y también con el modesto Santo Tomé y Príncipe, último de todo que sin embargo resaltó como si hubiera sido campeón.
Diego Martín Yamus.