Sin dudas Brasil no se preparó bien para el Mundial; en el aeropuerto nos atendieron a las mil maravillas en un muy buen español, pero al salir a la urbe, los paulistanos no entienden un «pomo» de lo que hablamos.
Fuimos a un restaurante próximo a la avenida paulista con mi compañero Fede, hombre que es tan duro, o peor que yo, para hablar el portugués. Pedimos el menú y al no entender nada de portugués le preguntamos al mozo si hablaba español, o al menos, inglés. El hombre, con la mejor voluntad del mundo, y con la ayuda de otros comensales, entre ellos una señora mayor que conocía Buenos Aires, pudimos hacernos entender y, por fin, comer.
Eso despertó nuestra curiosidad y salimos a «patrullar» varios lugares de comida, obviamente, por razones de silueta y presupuestarios, no nos metimos a comer en cada bar (lanchonete) o restaurante, sino que les preguntábamos si hablaban en español o inglés, llevándonos una gran decepción.
La gente, pese a vivir en una urbe mucho más grande que Buenos Aires, es de lo más amable y atenta, pero sus directivos fallaron en detalles gigantes como ser el tema del segundo idioma.
Si piensa venir a ver el Mundial, hágalo con confianza porque los brasileños son agradables y simpáticos en su mayoría, solo que usted trate de aprender palabras elementales porque en ese sentido «renguearon».
Daniela Maruti
@lostribuneros