Hace 44 años, el 10 de enero de 1981, Uruguay escribió una página dorada en la historia del fútbol al conquistar la Copa de Oro de Campeones Mundiales, también conocida como el «Mundialito». Este torneo, organizado por la FIFA para celebrar el 50º aniversario del primer Mundial de 1930, reunió en Montevideo a las selecciones nacionales que habían alzado la Copa del Mundo hasta ese momento.
El Estadio Centenario fue el escenario donde Uruguay se enfrentó a Brasil en una final electrizante. Los celestes se impusieron 2-1 con goles de Jorge Barrios y Waldemar Victorino, desatando la euforia de los aficionados locales. Este triunfo evocó la histórica victoria de 1950 en el Maracaná, reafirmando la mística y garra charrúa en el fútbol mundial.
El «Mundialito» no solo fue una competencia de alto nivel futbolístico, sino también un evento de gran relevancia cultural y social para Uruguay. La organización del torneo en plena dictadura militar buscaba proyectar una imagen positiva del país al mundo, aunque también generó controversias y debates internos.
Aquel 10 de enero de 1981, Uruguay demostró una vez más su pasión y talento en el deporte rey, consolidándose como una potencia futbolística y dejando una huella imborrable en la memoria de los aficionados.