La ensalada eliminatoria
Como en Italia 34, el Mundial de Francia 38 tuvo su fase eliminatoria previa, por suerte sin el local y el campeón Italia. Sin embargo, por distintas circunstancias, la misma fue un conglomerado de líos, incluyendo la no presentación de Argentina y Uruguay.
En Europa, el contexto político delicado en algunos países influyó notoriamente. Suiza no quería viajar a Lisboa para enfrentar a Portugal por temor a cruzar España, en plena guerra civil. Por eso debieron hacerlo en Milán a partido único, ganado por los suizos. Egipto y Palestina, al no tener rivales en África y asia, fueron a los grupos europeos. Los palestinos fueron eliminados rápido, y los egipcios se negaron a jugar contra Rumania en pleno mes de ramadán, tiempo de ayuno y oración musulmana, por lo que fueron descalificados. Y los británicos, con Inglaterra a la cabeza, seguían aislados de la FIFA.
En América, la designación de Francia como sede causó fastidio en la mayoría. Argentina terminó no yendo, Uruguay se declaró aún ofendido por el boicot europeo de su Copa en el 30, México se molestó con la FIFA por lo de la sede y fue Brasil el único sudamericano presente.
Por la zona Norte y centroamérica, aún no existía la CONCACAF, tras el retiro de México, cuatro países (Cuba, Colombia, Costa Rica y El Salvador) iban a disputar un minitorneo para jugar con un sudamericano. Surinam, entonces Guayana Holandesa, no respondió al llamado y fue bajado, pero protestó y la FIFA dio marcha atrás y lo incluyó. Luego, Colombia y El Salvador renunciaron y quedaron Cuba, Costa Rica y Surinam para un triangular. Pero Surinam se bajó por razones económicas, y al mismo tiempo pidió enfrentar a Indias Orientales Holandesas, vencedor del Grupo 9, lo que la FIFA negó. Costa Rica también se retiró, y Cuba debía enfrentar a Argentina por una especie de repechaje, pero la Selección no quiso viajar a Francia y los cubanos, de esa loca forma, sin realizar un solo partido, fueron el primer país caribeño en ir a un Mundial, llegando a cuartos de final tras dejar a Rumania.
En tanto, Indias Orientales Holandesas, luego Indonesia cuando se independizó, obtuvo el Grupo 9 por no presentación de Japón, sumido en tremenda guerra con China. La entidad rectora decidió que debía medirse a Estados Unidos por una plaza en Rotterdam, Holanda, pero los norteamericanos no pudieron viajar por falta de financiamiento. Ellos esperaban recaudar dinero en un amistoso con Inglaterra, pero éstos cancelaron el partido por no querer jugar en domingo. Fue por esa forma también alocada que los asiáticos ganaron su lugar en la cita gala.
Leónidas, el goleador sin botín
Leónidas da Silva, el «Diamante Negro», fue uno de los primeros cracks de Brasil. En el encuentro debut ante Polonia, perdió un botín en una jugada. Así descalzo, continuó la acción y con un remate batió al arquero Madejski. Luego haría, ya calzado, dos goles más en el alargue y el «scratch» ganaría 6 a 5, no en penales, sino en 120 minutos. Sí, once goles, ocho de ellos en los 90.
El arquero cubano no jugó para hablar por radio
Benito Carvajales fue el arquero de la histórica presencia de Cuba en el Mundial. Jugó en el encuentro ante Rumania que acabó igualado a tres goles, con tiempo extra y todo. Era necesario, como se estilaba entonces, un desempate. Cuba esperaba contar con su colaboración, pero Carvajales no estuvo porque prefirió comentar el partido para una radio de su país. La decisión le salió bien: Juan Ayra lo reemplazó y los caribeños ganaron 2 a 1 y fueron a cuartos. Carvajales volvió para el compromiso con Suecia, pero esta vez no le fue tan bien: recibió ocho goles de los escandinavos.
Ni el tiro del final
En ese 0-8 con Suecia, Cuba tuvo a los 42 minutos del primer tiempo la chance de descontar, cuando iba 0-3. Pero el arquero Abrahamsson le atajó un penal a Fernández, y los cubanos quedaron en cero.
La pelota oficial
Por primera vez, una firma se hizo cargo de confeccionar y proveer el balón del Mundial. Fue la empresa Allen, que distribuyó un modelo liviano que permitía a los jugadores cabecear sin sufrir dolores en esa parte del cuerpo, aunque era necesario que fuera inflado por un especialista.
Si pierdo me voy a pie
Era la promesa, o mejor dicho amenaza, que hizo el técnico de Hungría, Karoly Dietz. Si su equipo perdía contra Suiza en cuartos de final, él volvía a Budapest a pie. Hungría ganó y fue a semifinales, donde goleó a Suecia y fue a la final. entonces le preguntaron a Dietz si repetiría la misma apuesta para ese encuentro. Obviamente, el entrenador hizo absoluto silencio.
Diego Martín Yamus.
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