En cualquier momento de nuestras vidas se nos pregunta de qué club somos hinchas, por interés futbolero o para descubrirnos cómo somos. Y por ejemplo en Argentina somos de Boca, River, un grande, uno del interior, un modesto o uno del ascenso. En Uruguay que son de Peñarol, Nacional u otros de Primera o divisiones siguientes. Los brasileños contestarán que son de Flamengo, Corinthians o tantos otros. Pero claro, ante el vacío competitivo de Sudamérica, que se va recién ahora llenando, parece que la vida ha cambiado tanto que ahora nos fanatizamos con la Champions League, Europa, Barcelona, Inter, París Saint Germain (no PSG), Bayern Munich y demás.
Entre el vacío citado y el empuje de los medios, ahora los hinchas parecen mirar más allá de su equipo y su país, hasta su continente. Quién piensa ahora en los ídolos de cada fin de semana, un Tévez, un Nacho Fernández, un Scocco. . Dónde habrá quedado la costumbre del banderín de «mi club» en la pieza. De la camiseta, de la radio, ahora de la tecnología aplicada a la pasión doméstica. Tal vez no buscamos comer el «choripán» (sandwich de chorizo) o la hamburguesa.
Ahora pensamos en Neymar, Lewandowski, Mbappé, claro los argentinos pero europeizados, Messi, Di María, Agüero. Ahora en el café parece que es más disfrutable hablar de cómo viene el Barcelona ante el Bayern o si Atalanta jugó bien, o quién fue la figura en el París. Ahora nos volvemos locos por la casaca de tal o cual europeo, hasta la suplente. No sea que hasta dejemos el choripán y comamos algún delicado plato del Viejo Mundo, o en vez de ver los partidos con el mate lo hagamos con champagne francés. Hasta los caóticos, desprolijos periodistas de radio, sin respeto por los oyentes, se trenzan en discusiones inútiles y molestas, que vos sos de Guardiola, que vos de Mourinho, que a vos te gusta Bielsa y a vos tal otro.
¿Tan importante es la Champions League y el balompié europeo que nos superan? ¿O es que la tan mentada globalización además nos hace europeos? Es cierto que no parecen los torneos de aquí más grandes que la prestigiosa Champions, indudable certamen de jerarquía e historia más allá de nombres. Pero quizá estamos perdiendo identidad futbolera. Quizá los éxitos del otro lado y los fracasos de acá, como en el Mundial de Rusia 2018, nos arrastran hacia allí. Quizá es simplemente un vivir más de la pasión que nos llena. Simplemente una curiosidad. Pero no cambiemos tanto de rumbo, a ver si perdemos la memoria y creemos que Boca y River son equipos chicos de alguna islita del Caribe.
Diego Martín Yamus.
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