En los años 70 todo era en la vida de la Selección desorganización, ineptitud, mal trabajo, como hoy. Tras la pésima campaña en el Mundial de Alemania en 1974, César Luis Menotti tomó la conducción y marcó con su tarea una revolución que no sólo lo llevó a su primer título del mundo en 1978 en nuestro país, sino a dejar un precedente a seguir. El que luego continuó Carlos Bilardo para el segundo logro en 1986 y el heroico subcampeonato en 1990.
Se perdió el rumbo en los años siguientes, se nombraron gente con cartel luminoso más que técnicos con capacidad. Hasta que vino aquella idea de revivir a la generación del 86 y Bilardo asumió como director general de la Selección, repitiendo el segundo lugar mundial luego de 24 años, aquella gesta de Italia 90 que él mismo forjó. Con ese antecedente, entonces, sería bueno, por qué no necesario, que Menotti vuelva a tomar la conducción. Ya no desde el banco, quizá por su edad o sus intereses no quiera o pueda. Pero sí para igual que Bilardo, estar al frente del mundo Selección. Lo que una vez se quiso hacer con José Pekerman y falló, un papelón de tantos de la AFA, que ahora se realice en la persona del mejor técnico del fútbol argentino de la historia, más allá de los resultados.
Un hombre que gestó y logró lo que nadie había hecho hasta 1978, algo debe saber de fútbol. Seguramente, Menotti no nombraría a Sampaoli como DT, no arreglaría partidos con Israel luego suspendidos, ni siquiera amistosos inútiles, sólo para sumar dinero y desatinos. Tendría una línea de juego, una identidad, un grupo de futbolistas capaces y no estrellitas de propaganda. El «Flaco» movería el piso de este balompié nacional cada vez peor. Que vuelva Menotti, que como hace cuatro décadas, la Argentina se lo va a agradecer.
Diego Martín Yamus.
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