Bayern Munich le dio una paliza descomunal a un desconocido Barcelona en el Allianz Arena, luego de golearlo por 4-0 en partido válido por la ida de las semifinales de la Champions League. Medios españoles vaticinan un fin de ciclo de un equipo que ha sido una verdadera máquina.
AS. Todo gran equipo está condenado a eclipsarse con una gran derrota. Una de esas inapelables, en la que los errores arbitrales no sirvan como excusa. El Barça vivió ayer esa cruel derrota en el Allianz Arena de Múnich ante un Bayern que le pasó por encima como un ciclón y que le aparta de la carrera por llegar a Wembley. El Barça vivió en Múnich el Atenas del Dream Team que viene a cerrar una era esplendorosa que se maquillará ganando la Liga. Por muy cruel que fuera la derrota, que lo fue, haría bien el barcelonismo en mirar atrás y ver como se ha llegado hasta aquí. La bofetada ha sido cruel, el camino, esplendoroso.
Cierto es que los tres goles primeros del equipo alemán llegaron precedidos de jugadas sospechosas, pero no lo es menos que la superioridad del equipo local fue absoluta y que incluso podía haberlo sido más si Kassai llega a señalar dos posibles penaltis por mano en el área barcelonista. El Bayern pintaba que era mejor y lo demostró sobre el terreno de juego. De cabo a rabo. Fueron mejores físicamente, tácticamente e incluso en las decisiones desde la banda. Fue una carnicería en toda regla.
La exuberancia física y competitiva del equipo bávaro fue un Everest inalcanzable para el conjunto blaugrana, que huérfano de Messi, basó su plan en tratar de dormir el balón, tener posesiones largas y que no pasara nada en el rectángulo de juego. No obstante, el centro del campo del Bayern era una manada de lobos hambrientos que en cuanto recuperaban el balón pasaban por encima de los jugadores catalanes como si fueran aviones.
Ante tal despliegue de los alemanes, el Barcelona apena pudo oponer resistencia. Intimidados desde el impresionante mosaico inicial, el equipo de Vilanova dio la impresión de estar pidiendo la hora desde el primer cuarto de hora de partido. No se ganaba ningún duelo individual y únicamente Víctor Valdés comparecía como una esperanza a la que asirse. No obstante, el drama rondaba su área.
La superioridad física del Bayern era tan exagerada que incluso pareció una balandronada innecesaria que Heynckes, recordando sus tiempos al frente del Athletic de Bilbao, inundara el centro del campo para dificultar la circulación de la pelota en la sala de máquinas del Barcelona. Fruto de esta superioridad en la que cada córner era una tortura, llegó el primer gol del equipo alemán a los 24 minutos después de que Dante, en posible falta sobre Alves, habilitara un segundo remate de Müller ante la impotencia de la defensa.
El gol no cambió nada. El Barça siguió sin asomarse al balcón de Neuer porque bastante trabajo teníian los barcelonistas tratando de achicar el agua que se les colaba a espuertas. Aun así, por alguna extraña combinación cósmica, la primera parte acabó con 1-0. El Barça podía darse con un canto en los dientes. La esperanza para los culés era o que alguien cortara la luz del estadio o que el Bayern se cansara. La segunda era más probable que la primera.
En la segunda, el que se cansó fue el Barça y el Bayern le hizo picadillo. Gómez marcó en fuera de juego y Robben tras una falta en ataque. Anécdotas tan relevantes como que el primer tirito del Barça fue de Bartra a los 68 minutos. Müller culminó la paliza con un cuarto gol que casi cierra la eliminatoria.
Fuente: AS/Santi Giménez
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