El devoto de Racing y el devoto de la grieta: Guillermo, de ícono popular a piñata de las redes por sus (malas) pasiones.
En el pantano hediondo y maravilloso de X (el ex-Twitter, el basural más influyente del planeta), hay pocos placeres tan sádicos y democráticos como el de masacrar a un famoso. Y si ese famoso se llama Guillermo Francella y, para peor, es hincha de Racing, el festín está garantizado.
El actor, que por décadas logró el milagro de ser un prócer popular sin ofender a nadie (un verdadero “Pepe Argento” de la política, es decir, el que no se mete en líos), acaba de pagar su cuota de fama con una paliza virtual digna de la vieja cancha de la Doble Visera. Su delito: ser famoso, ser de Racing y, lo imperdonable, hablar.
Francella se ha convertido en el centro de un festival de memes, insultos y comentarios con el pH de una batería. El fútbol, esa excusa tan argentina para soltar la bilis acumulada, fue el detonante. Cada tropiezo de la Academia lo catapulta directo al trending topic de la burla.
“Yo me alegro que el sorete de Francella no pueda festejar. Por sorete.” (@CuarentenaEnArg)
“Mi reacción cuando enfocaron al puto de Francella.” (@motorpsicos)
Sí, el ingenio digital es inversamente proporcional a la cortesía. El folclore futbolero se fusiona con la cloaca del discurso de odio, y en el medio, la figura de Francella queda reducida a un blanco móvil.
El secreto de su entrega (al escarnio)
Pero no todo es brutalidad simple. Los usuarios, que para la saña son dignos de un Goya, sacaron a pasear el ingenio con referencias cinematográficas. El montaje humorístico de “El secreto de su entrega”, que lo une a Darín con el sugestivo hashtag #PalermoWuhan, demuestra que la gente no solo es cruel, sino que también es sorprendentemente productiva cuando se trata de la burla ajena. La metáfora es perfecta: Francella, como un trofeo perdido, ahora solo sirve para el chiste cruel que une lo deportivo, lo mediático y lo tragicómico.
La paradoja del actor que se traicionó a sí mismo
Lo verdaderamente jugoso no es la derrota de Racing, sino la implosión de la imagen pública de Francella. Durante años, este hombre encarnó al “argentino de a pie” en su versión más noble y desastrosa. Sus personajes –desde el entrañable portero “Don Cosme” hasta el demencial “Pepe Argento”—representaban esa mezcla de picaresca, solidaridad y sentido común popular.
Pero, ¡ay!, el actor decidió bajar del Olimpo de la ficción para meter los pies en el barro real de la política. Su apoyo explícito a Javier Milei fue el equivalente a prenderse fuego en la Plaza de Mayo. De golpe, el actor que defendió desde sus guiones las causas populares, se ubicó en las antípodas ideológicas de su propio legado actoral.
El sector popular, ese que lloró y se rió con él, no perdona la traición.
| El Actor (Ficción) | El Famoso (Realidad) | 
| ✅ Defensor de las causas populares. | ❌ Apoya a figuras «enemigas de los trabajadores». | 
| ✅ Creador de personajes entrañables y empáticos. | ❌ Protagonista de la crítica ideológica y el resentimiento. | 
| ✅ Representante del «sentido común». | ❌ Figura polarizante en la grieta más hiriente. | 
El puente emocional se ha roto. El resentimiento y la decepción se cuelan en cada meme. La gente ya no solo se ríe de un mal momento de fútbol, sino que castiga lo que percibe como incoherencia.
Francella, el hombre que nos hizo creer en la magia de la empatía en pantalla, ahora se ha convertido en una figura de disputa cultural. Ya no es el actor; es la encarnación de la paradoja argentina: tan popular como repudiado, tan cercano como ideológicamente distante. Y en X, esa contradicción es la leña perfecta para la hoguera. Que ruede la cabeza.
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