Un hombre hincha fanático del Corinthians sufrió una descompensación y debió ser internado; pescó a su mujer infraganti engañándolo con el archirrival. Fue a la justicia y pidió el divorcio.
Betâo era un hombre famoso en su barrio, ubicado en las afueras de la ciudad de San Pablo, por ser un ferviente hincha del popular Corinthians. Era tal su «enfermedad» por el timâo que al conocer a la que sería su mujer, le primero que le preguntó fue si era palmeirense, algo que ella negó alegando «no me gusta el fútbol».
Márcia, una bella mujer, era el centro atracción en el barrio porque era perfecta bailando samba. Betâo no era celoso para nada y disfrutaba de ver a su esposa bailando con la gente, en especial, con hombres la danza que destaca mundialmente a los brasileños.
Llegaban los carnavales y ambos hacían la suya. Betâo se marchaba a ver a los «Gavioes da Fiel», agrupación de samba perteneciente al club de sus amores: Corinthians. Mientras Márcia prefería irse con sus amigas.
La atracción de ese carnaval fue, sin dudas, la «bailarina enmascarada». Era la «diosa pagana» de la agrupación del Palmeiras «Mancha Verde». Todos, hasta hinchas de los clubes rivales, babeaban con esta delicia de mujer. Además, el hecho de tener el rostro cubierto la hacía más sensual y enigmática, captando la atención de la inmensa mayoría.
-¿Ya viste el carnaval?- le preguntó Marcia a su marido en casa.
-Obvio. Vi a los Gavioes-
-Pero no es todo el carnaval-
-¿Ah, no? Corinthians es todo el carnaval. Los demás no exis-ten: NO EXISTEEEN.
-Todos los tipos están como enloquecidos con la bailarina enmascarada. Imagino que tus amigos también- indagó Márcia.
-¡Qué me importa si es una «cerdita»!- dijo burlonamente ya que a los palmeirenses se les llama peyorativamente los «porcos» y añadió -¿Ya la viste vos?-
-No, pero todo el mundo habla de esa mujer-
-Mirá Marcia. Una vez la miré para saber al menos como está. Pero sabiendo que es una «cerdita», ni empeeedo la tocaría. Encima, vos estás diez veces mejor-
Betâo era todo un personaje. Sin dudas. Era apasionado, visceral y bastante cerrado a su mundo corinthiano.
El carnaval pasó y ellos eran felices. Durante el año el samba, el fútbol y la alegría no faltaban en sus vidas, pero, hubo un cambio radical.
Marcia comenzó, nuevamente, a salir con sus amigas pero algo salió mal.
-Betâo me voy con Vânia a comer algo y vengo tipo 20 horas-
-Está bien, yo preparo la cena-
Un amigo de Betâo, al saber que Márcia no estaba cayó por su casa a tomar unas cervezas.
-Se fue con Vânia. Viste como son las mujeres. Empiezan a hablar y no paran más-
-¿Con Vânia? si está en Campo Grande y va a venir recién para fin de mes.
Casi se ahogó Betâo con el trago de cerveza que estaba intentado bajar por su garganta hacia su estómago.
-¡Cómo es eso!-
Márcia era una mujer segura de sí misma y era feliz en su matrimonio con Betâo, un plus a su favor para que su cónyuge tenga, al menos, el margen de la duda.
-Hagamos un plan Naldo. Ayudame a seguirla-
-No te calentés. Voy a hablar con los muchachos que juegan al fútbol conmigo y la vamos a seguir. Ni bien la cacemos in fraganti, te llamamos y la pescás. No vayas a pegarles ni comenzar a los tiros, por favor-
-Ya me conocés Naldâo-
El comportamiento de Márcia era normal en su casa. No daba indicios de andar con otro hombre. Pero, ella, comenzó a «borrarse» cada vez que su marido se iba a trabajar.
-Betâo, estás raro últimamente. ¿Estás bien en el trabajo?-
-Sí, pero ando muy cansado. Nervioso-
Los amigos comenzaron a seguirla a Márcia con mucho cuidado de no ser descubiertos hasta que la pescaron.
Un hombre muy buen mozo la esperaba al bajarse de un ómnibus, la subió a su auto y se la llevó.
-Te engaña con un rubión, alto y recontra musculoso. La vimos subirse a un auto, pero no dio para seguirla porque mi amigo, el único que tiene movilidad propia, no tenía para la nafta de su moto-
-¡Tenés cada amigo Naldo!-
Arreglaron que irían a llegar al fondo del asunto y que los iban a pescar en la puerta del lugar dónde paraban para saciar sus deseos carnales.
Por fin, el amigo de Naldo consiguió dinero para la nafta y se decidió a seguirlos. Total era muy fácil porque se veían todos los días a la misma hora.
Llegaron a una suerte de club, algo que le pareció raro. Márcia desapareció entre la gente. El amigo de Naldo no pudo con su genio. Se bajó de la moto y le preguntó la hora al supuesto amante. Luego, también lo perdió entre la gente.
-Bueno Betâo, mi amigo no será James Bond, pero al menos se parece al Superagente F86… perdió a Marcia y a su amante, bah, si se le puede llamar amante-
-¡Cómo! No entiendo…-
-El tipo es, como decirlo, es maricón, o al menos lo parece. Habla como mina. Lo vino a buscar otro hombre y lo besó en la boca. Se fueron juntos entre la multitud y se perdieron-
El desconcierto de ambos fue tremendo. Nadie entendía nada de nada.
-Ah ¿le dio por la partuza ahora?-
Comenzaron a sacar conclusiones de que Márcia se había vuelto lesbiana, o peor, que participaría de orgías y fantasearon que hasta le gustaría tener sexo con animales.
-De una cosa estoy seguro Betâo, si tuvo sexo con vos todos estos años, puede tenerlo con cualquier otro animal-
Márcia sospechó que la seguían y cambió toda su rutina. Además, el amigo de Naldo, nunca tenía para ponerle nafta a su moto, y Betâo no quería faltar a su trabajo, por lo que prefirió cambiar las tácticas.
-Hice horas extras, dale esto a tu amigo motoquero-
Entonces financió al infortunado joven, quien en su motocicleta, con cuidado de no ser visto, la comenzó a seguir nuevamente. Ya estaban en carnaval.
-Hola Betâo. Soy Joâo Caipira el amigo de Naldo. Pesqué a tu mujer infraganti. Pero, como decírtelo es difícil de explicar. Mejor podés acercarte-
Entonces Betâo fue con unos amigos, a pedido de Joâo Caipira al lugar señalado.
-Por favor. Nada de colgantes ni cosas que identifiquen con Corinthians porque se puede armar peor-
-¿Me engaña con un «cerdo»? Me mueroooo- comenzó a llorar.
-No te engaña con un «cerdo»… eh, loco que yo soy de Palmeiras. Bah, te engaña con algo más que un cerdo-
Caminaron todos juntos hacia una suerte de gran galpón y allí estaba la agrupación «Mancha Verde».
Betâo no entendía nada. Estaba a punto del infarto. Metido, por primera vez en su vida, entre los «enemigos». Un grupo de personas, junto a ellos, veía el ensayo.
De pronto aparece la famosa bailarina enmascarada, sin máscara obviamente: ¡Era Márcia!.
Al ver esto, Betâo comenzó a gritarle traidora a su mujer, quien corrió despavorida hacia él. La seguridad intentó frenarlo porque estaba fuera de sí, descontrolado.
-Es mi marido. Es corinthiano-
Betâo gritaba entre otras cosas -siempre te dije que si me engañabas que jamás lo hagas con un palmeirense y me hacés esto-
Luego fue hospitalizado. La decepción fue tal, que con todo el dolor del alma, dejó a su mujer y hasta pidió el divorcio. En ese momento esto no era causante por lo que la justicia lo desechó.
Esta historia fue verídica aunque al ser muy vieja y proveniente de un recuerdo de las anécdotas filmadas por Red Globo Brasil de un usuario de origen brasileño, los protagonistas y hechos fueron modificados.
@lostribuneros