Los carboneros viven un fin de semana negro; Pablo Bengoechea, ídolo de la institución fue echado como un perro, antes, Gregorio Pérez pasó por lo mismo.
Parece que la administración de Juan Pedro Damiani no utiliza filtros, ni guantes de seda; borraron de un plumazo a otro ídolo, sin anestesia, así nomás le dijeron «andate».
Pablo Bengoechea, al igual que don Gregorio Pérez, son hombres del riñón del club con más arrastre en Uruguay, que se tuvieron que ir por la puerta de servicio. Sabido era, que Peñarol, no jugaba a nada; ganaban partidos a pura garra, pero su juego era espantoso, rompía los ojos, pero no daba para echarlo en plena pretemporada.
Herido el entrenador, tras recibir la noticia sobre su despido, manifestó que prefería ser despedido en diciembre, al menos, se hubiera marchado campeón y con un nuevo trabajo en otro país.
Hace unos años, cuatro para ser precisos, otro ídolo, Gregorio Pérez, se iba por la puerta de atrás. Fue cesado de su cargo en el momento que su equipo caía 4-0 en el Centenario ante Nacional de Medellín, por Copa Libertadores. La directiva mirasol, impiadosa, sin ningún tipo de sutileza lo borró de un plumazo también; en el mítico escenario deportivo fue «fusilado», sin más.
Es cierto, es verdad, el club está por encima del ídolo, pero también, existen formas más elegantes de prescindir de alguien, luego de todo, son personas y tienen sentimientos, y quienes apoyan al club, también tienen sentimientos, y también son personas, por lo que se sienten afectados, dolidos, con sabor amargo.
Recordemos que acá en Argentina pasó algo similar en Boca Juniors, con Carlos Bianchi que, sin anestesia, recibió la noticia sobre su despido.
Sería bueno que los directivos se dejen presionar menos por los resultados y los aprietes de los auspiciantes, y se vuelvan un poco más «delicados» a la hora de tratar con la gente nacida en las entrañas de la institución.
Así lo entiendo…
Fede Angostini
@lostribuneros