Por Marcelinho Witteczeck
Muchos periodistas argentinos que jamás en su vida vieron, siquiera, un partido completo de Pelé por vídeo, dedican largas horas a compararlo y asegurar que Maradona fue mejor que él por el hecho de haber jugado en Europa, mientras que “O Rei” jugó la mayor parte de su vida en Santos para luego recalar en el Cosmos de Nueva York. Además de ser una burrada, es imposible compararlos, incluso, hasta una verdadera falta de respeto hacia el amante de este maravilloso deporte.
El hecho es que si bien Diego Maradona fue campeón del Mundo siendo un verdadero caudillo como manda la historia sudamericana trazando un paralelo con los libertadores de los colonizadores portugueses, ingleses, neerlandeses, españoles y franceses; el Rey Pelé ganó dos trofeos más, además de meterle Copa Libertadores y Copa Intercontinental y una buena cantidad de torneos estaduales y nacionales brasileños, si ojeamos un poco el currículum del astro brasileño.
Diego pasó por el gran Boca Juniors donde levantó un trofeo para jugar en uno de los mayores equipos de Europa como Barcelona, sin embargo, tras su paso casi sin pena y sin gloria, Maradona recaló en un equipo chico y desconocido donde no existe la presión que tiene un equipo de peso como los antes mencionados. Allí el ‘10’ deleitó como buen caudillo al mundo entero. Supo poner de rodillas al todopoderoso Juventus y a la potencia Milan, que era propiedad por aquellos tiempos de Silvio Berlusconi, poderoso magnate de las comunicaciones que terminó siendo Primer Ministro italiano. Les levantó el Scudetto en la cara a pura fantasía y potrero.
La rebeldía del Diego fue sublime. Esa revolución que generó en el mundo del fútbol, donde el bastardeado sur italiano tuvo y tendrá un nombre en la historia grande del balompié de esa nación, más la Copa del Mundo de 1986, convirtió al ‘Pelusa’ en una leyenda de esas que nos hacen poner de pie y sacar el sombrero a la hora de mencionarlo.
Pero, del otro lado estaba Pelé. Vale recordarle a los periodistas de grandes cadenas que se llenan la boca diciendo que “O Rei” jamás jugó en Europa, hecho que lo haría inferior a Maradona según su criterio, siendo que por esas épocas quien mandaba en el planeta fútbol era Sudamérica.
No existía la “Ley Bosman”, impuesta por la década del ’90 donde cualquiera que tenga documento comunitario puede alistarse en un equipo extranjero. Vemos en la Premier League, o La Liga española, donde hay equipos que ponen en la cancha a 10 ‘comunitarios’, es decir, foráneos, y apenas a un nacional.
La superioridad sudamericana en épocas de Pelé (1956 a 1974 que duró su carrera en Santos) se notaba en torneos Intercontinentales cuando el propio Santos en 1962 y 1963 pusiera de rodillas al SL Benfica y Milan, vino el turno de Peñarol, que la ganó dos veces (1961 y 1966), Racing de Avellaneda en 1967, Estudiantes de La Plata en 1968, Nacional de Montevideo en 1971 e Independiente en 1973.
A nivel mundiales mientras que Alemania en el ocaso de la cerrera de Pelé ganó un torneo solo, Brasil ya le había pasado la franela a una Inglaterra que de manera dudosa se quedó con el Mundial de 1966, cuando todo pintaba para una final entre Argentina y Uruguay, mientras que en Suecia, Chile y México fue todo verdeamerelo.
Luego de lo expuesto, resulta altamente injusto comparar épocas. Dicen que el fútbol es el mismo, yo diría que el fútbol no es lo mismo. Década a década se va superando. En la década del ’60 no existían las tarjetas; a partir del Mundial Italia 1990 comenzaron a imponer el ‘Fair Play’ (juego limpio) y para Catar 2022 se aplicaron computadoras que hicieron del juego leal una obligación.
Tanto Pelé como Maradona sufrieron fracturas. Lionel Messi llegó a levantar su soñado Mundial si recibir una fea y descalificadora infracción.