Astana Arena. (Redacción Deportes) – La que debía ser una noche de trámite y celebración para asegurar el boleto al Mundial 2026 se convirtió en una bochornosa alarma para Bélgica. Los «Diablos Rojos», repletos de talento y presupuestos millonarios, empataron 1-1 contra el modesto Kazajistán y, de paso, complicaron dramáticamente su clasificación directa.
El resumen del partido se puede escribir en una sola frase: dominio absoluto e ineficacia vergonzosa. Bélgica monopolizó el encuentro con un asombroso 77% de posesión y generó 20 remates, ocho de ellos a puerta, frente a los magros nueve intentos locales. Fueron 108 ataques orquestados por hombres como Doku, Trossard, y Ketelaere, pero la puntería fue directamente proporcional a la desidia.
«Si el objetivo era acumular estadísticas intrascendentes, Bélgica ganó por goleada. Si el objetivo era clasificar, perdieron estrepitosamente la concentración. Tener el 77% del balón y no poder vencer a un equipo con un jugador menos es la definición de mediocridad en la élite,» comentó nuestra mesa de análisis.
El empate es más que un simple resultado: es una invitación abierta para que Macedonia del Norte (pisándoles los talones en el Grupo J) les arrebate el liderazgo y, con ello, el pasaje directo a la Copa del Mundo. La «Generación Dorada» no solo falló en el césped del Astana Arena, sino que dejó su destino en manos de terceros.
El colmo del partido fue que Kazajistán, que jugó con un esquema 4-2-3-1 igual al belga pero con intenciones defensivas, se dio el lujo de terminar con una expulsión (Satpaev) y aun así mantener el empate. Ni siquiera la superioridad numérica sirvió para despertar a los Diablos Rojos de su siesta de posesión.
Con este resultado, Bélgica se ve obligada a ganar su próximo partido y, más importante aún, a mirar de reojo los resultados de sus rivales, una humillación que no estaba en el libreto para un equipo de su supuesto calibre. Se acabó el paseo triunfal; ahora empieza el sufrimiento y la dependencia.
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