La ‘Palmeiras-manía’ del Desastre Ajeno: Una Crónica con Sarcasmo de la Remontada del Siglo

¡Ah, la Copa Libertadores! Ese torneo donde las matemáticas y la lógica a veces deciden tomarse unas vacaciones. Y si hay un equipo que ha entendido esto a la perfección, ese es el Palmeiras, que acaba de firmar una de esas gestas que harán que los libros de historia del fútbol sudamericano necesiten una nueva edición con un capítulo especial.

El Retorno de la Fe (y el Beneficio de la Pasividad Ajena)

Todo estaba dispuesto para el desastre en São Paulo. La Liga de Quito, con su imponente 3-0 a favor de la ida, llegaba al Allianz Parque con la tranquilidad del que ya tiene medio pie en el avión a la final… ¡Qué ingenuos! Pensaron que el fútbol era una ciencia exacta donde una ventaja de tres goles era inexpugnable.

Y sí, el Palmeiras debía remontar un 0-3. Una tarea titánica. Pero, para sorpresa de nadie que conozca el ADN de la Copa, la «hazaña» se empezó a cocinar con el ingrediente secreto: la defensa de Liga de Quito.

Seamos honestos: ¿Qué hizo Liga con ese 3-0? Administrar, sí, pero con la misma intensidad que un jubilado administrando su siesta. El nerviosismo, la falta de concentración y, sobre todo, esa timidez defensiva, fueron el verdadero MVP de Palmeiras. Al final, no ganaron 4-0 por ser genios, sino porque la defensa ecuatoriana decidió que un 3-0 era una invitación a relajarse.

A los 20 minutos ya se había encendido la alarma. Ramón Sosa, con un cabezazo, abrió el marcador. Luego, el bueno de Bruno Fuchs amplió la cuenta con una volea justo antes del descanso, probablemente para asegurarse de que los jugadores de Liga no pudieran disfrutar su café a gusto. La tranquilidad se esfumó.

El Sello de la Clasificación y el Desplome Ecuatoriano

El segundo tiempo fue un festival de la eficacia brasileña y la calamidad quiteña. El doblete de Raphael Veiga terminó de hundir la nave. El penal decisivo, provocado por Allan y convertido por Veiga, no solo selló el 4-0, sino que también puso el broche de oro a una noche en la que el defensa Carlos Gruezo seguramente querrá borrar de su currículum.

Y claro, no olvidemos el factor Bryan Ramírez. Su expulsión en la ida fue un regalo. La defensa de Liga, sin uno de sus pilares y con esa «poca presión» que el informe destaca, parecía una línea de conos en un entrenamiento. La goleada 4-0 fue la consecuencia lógica de un equipo que pensó que su ventaja se defendería sola.

🇧🇷 La Final de la Logística vs. el Fútbol 🇧🇷

Ahora, Palmeiras, con el pecho inflado y una épica recién estrenada, se verá las caras con el Flamengo en una final que será el gran clásico brasileño. Y aquí viene la parte más divertida (y patética) del fútbol moderno:

La final estaba programada en Lima, Perú. Pero, ¡oh, sorpresa! Con dos equipos brasileños clasificados, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y los clubes han levantado la mano para decir: «¡Eh, si ya estamos aquí, ¿por qué no jugarla en Brasilia o Belém?».

Parece que la CONMEBOL, con su afán de ser una organización global, se enfrenta a la triste realidad de que, a veces, los dos mejores de Sudamérica son… de Brasil. Y la gran preocupación no es el juego, sino si el público se va a tener que molestar en tomar un vuelo internacional. Lástima por Lima, que ya había puesto a enfriar el pisco sour, pero el pragmatismo brasileño, apoyado en la logística (y el dinero), probablemente gane.

Así que, mientras Palmeiras celebra su remontada con ese sabor agridulce que da la victoria gracias a la pasividad ajena, el fútbol sudamericano se prepara para una final de Copa Libertadores que será… más brasileña que la samba. ¿Será en Lima o en Brasil? La verdadera pregunta es: ¿le importa a alguien que no sea peruano? ¡Que ruede el balón (en donde sea)!

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