Todo el tiempo llueven las noticias. Goles de Messi, Dibala, Icardi, Di María, Pastore. Todo el tiempo la gente, la prensa se llena de ilusión. Y siempre lo mismo: nada de eso ocurre cuando se calzan la camiseta argentina. Semejantes goleadores, candidatos a artilleros en sus ligas, a Botín de Oro, no pueden marcarle a un pequeño Venezuela. A tal punto que esta noche, en el 1-1 triste por la fecha 16 camino al Mundial de Rusia, el gol del empate lo marcó el defensor rival Feltscher. No fue Messi, Icardi, Dibala, nadie. Y el que tiró el centro no fue ninguna de estas estrellitas demasiado infladas por todos, sino Marcos Acuña, que hace muy poco pasó de Racing al Sporting de Lisboa, y fue casi el único que se mató por la situación, corrió, recuperó, desbordó.
Messi lejos del área, como tantas veces. O si está cerca no influye o lo hace poco comparado con sus interminables récords en el Barcelona. Icardi, que se cansa de mover redes en el Inter italiano, tuvo cuatro situaciones y no pudo, incluida una donde resbaló mano a mano con el arquero. Dibala muy poco, y la única que contó afuera por nada solo frente al arco. Ni hablar del pésimo nivel de Pastore, que contra Uruguay ni tocó la pelota que recibió amarilla en su primera jugada, y hoy erró casi todos sus pases. Y eso que en esta convocatoria no estuvo Gonzalo Higuaín, habitual peleado con el gol, a pesar de sus 30 y pico de tantos ligueros. Y eso que no ingresó Agüero, que marca y marca de a tres en el Manchester City.
¿Por qué pasa esto? se pregunta todo el mundo futbolístico. Simple respuesta: es muy fácil hacerle goles al Crotone, Benevento o Cagliari en Italia, al Getafe, Sporting Gijón o Alavés en España, al Amiens o Troyes en Francia, al Burnley o West Ham en Inglaterra. Pero aquí se debe lidiar con el contexto sudamericano, cada vez más duro, exigente. Hay que aguantarse a Godín, Giménez, Luis Suárez, a los 11 venezolanos atrás, a Paraguay, a Perú, a Chile. Y encima, esta displicencia, indolencia insoportable, reiterada. Entonces, es evidente cómo se infla a estas estrellas, que no son malos jugadores, pero que están sobrevaluados, demasiado idolatrados. Y más evidente el resultado final. Porque de otra forma no se puede explicar que Argentina, el bicampeón del mundo, uno de los 10 mejores del ránking, no le pueda hacer goles a Venezuela, esté quinto y con peligro de sexto en la tabla sudamericana, esté pensando en Nueva Zelanda, el campeón de Oceanía en el repechaje, en lugar de pelearle la punta de la zona a Brasil.
No nos dejemos engañar. Muchos goles, mucho medio, muchas fotos, mucha TV. Mucho apellido. Por lo que se ve a la hora de la real verdad, muy pocas nueces. Y eso perjudica a la Selección argentina, más grande que los nombres y los hombres.
Diego Martín Yamus.
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