La «Pulga» tuvo chispazos en el clásico contra Uruguay pero no fue el jugador que dejó sentado en el piso a Boateng y que tira sombreritos. Argentina ganó y él jugó bien.
Lionel Messi se encontró con otro panorama. El crack del fútbol europeo no pudo mostrar las cualidades que exhibe cada vez que luce la camiseta blaugrana. Los férreos defensores uruguayos no le perdonaron una; Egidio Árevalo Ríos y el «Palito» Pereira, por el sector izquierdo, se encargaron de incomodarlo. Hubo pierna fuerte, varias faltas no desleales, pero faltas al fin, puesta de puntos, y todos los condimentos necesarios utilizados en un partido de esta magnitud.
Nadie dice que haya jugado mal, muy por el contrario, pero acá en América del Sur le marcan la cancha y no le perdonan una.
Daniela Maruti
@lostribuneros