Messi conectó con el espirítu del Diego para que Argentina se meta entre los ocho mejores

Para ser campeón hay que ganar, lógico, se cae de la rama, pero bueno es que el líder en las bravas aparezca, así fue: Lionel Messi se puso el equipo al hombro y gracias a su golazo el equipo argentino terminó victorioso sobre Australia.

Iban 34 minutos de un trabado partido por octavos de final. Los Socceroos estaban pesados, no dejaban pasar una. Apelando al juego físico con líneas juntas y espacios cerrados se hacía más que difícil llegar al arco defendido por Matthew Ryan. 

«Entranos si sos brujo», seguramente dirían los australianos. De ahí apareció el gran Lionel Messi para frotar la lámpara. Como un hechicero el jugador diferente hizo de las suyas. El rosarigasino supo librarse de las marcas, como un fastasma recibió la pelota para acomodarse y ponérsela casi como un guante al arquero canguro.

El hecho es que Argentina terminó triunfante por 2-1. Innecesario sufrimiento de un equipo que bien pudo golear a una Australia que puede sentirse dichosa de llegar a donde llegó.

Fue el partido 1000 de La Pulga que corona ese número con doble sabor porque marcó un tanto y porque su equipo se mete en octavos de final del Mundial de Catar ante Países Bajos.

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