En el primer Mundial de México en 1970, Marruecos fue el segundo país africano, luego de Egipto en Italia 34, en jugar la fase final de una Copa del Mundo. En ese momento dio un par de alertas de su potencial, poniendo en apuros a la Alemania de Uwe Seeler y Ger Müller (1-2 faltando 10 minutos) y ganando el primer punto para el continente en un Mundial, al igualar con Bulgaria. Tras esa actuación, fue campeón regional en 1976. Pero pese a esos logros, luego no cosechó grandes resultados ni campanadas. Había quedado afuera de los siguientes Mundiales por poco e incluso de la Copa Africana de 1984 en Costa de Marfil.
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Así fue la selección roja, y entre el 84 y el 85 fue sólido en la dura eliminatoria para el Mundial de México 1986. Amplia victoria 1-0 y 4-0 sobre Sierra Leona, triunfo 2-0 y 0-0 ante Malawi, superioridad y paternidad sobre su vecino Egipto (a quien había dejado afuera para 1982), 0-0 en El Cairo y 2-0 en Rabat. Y en las finales, primero el 6 de octubre de 1985 en Rabat, consiguió una linda goleada 3-0 al buen Libia, subcampeón africano cuatro años antes, con tantos de Mustapha Merry, Timoumi y Bouderbala, tres de sus muchos buenos valores. Y en la revancha el 18 de octubre de 1985 en Benghazi perdió 0-1, su único resbalón de la fase previa, pero, por diferencia de gol, lo hizo y se clasificó para el 86, otra vez en tierra azteca, la que lo cobijó aquel 70 de estreno. Esa tarde en una de las capitales libias, el equipo del brasileño José Faría formó con Zaki; Fadili, Lamris, El Biyaz, Bouyahyaoui; Dolmy, Timoumi, Soulaimani, Ouadani; Khairi y Merry.
Ya en 1986, Marruecos empató un amistoso con Bulgaria 0-0 antes de viajar en marzo a la Copa Africana de Egipto, a la que también retornaba. Tras conseguir el cuarto lugar, derrotado por el local y campeón en semifinales y por Costa de Marfil en el tercer puesto, jugó otro encuentro preparatorio ante Irlanda del Norte, que lo venció 2 a 1. Parecía poco probable, más allá de los resultados previos, que los marroquíes pudieran ser noticia en la calurosa México.
Pero lo fueron, y con una actuación para el recuerdo. El debut fue el 2 de junio en el estadio Universitario de Monterrey ante el fuerte Polonia, uno de sus rivales en el duro Grupo F, con 19 000 personas viéndolo y un uruguayo, José Martínez Bazán, como árbitro, con un africano, el maliense Idrissa Traoré, como juez de línea. Marruecos hizo un buen partido, defendió bien y le sacó al conjunto de Boniek, Buncol y Smolarek un interesante empate 0-0, jugando con Zaki; Khalifa, El Biyaz, Bouyahiaoui, Lamris; Bouderbala, Dolmy, Timoumi (Khairi 89´), Mustafá El Haddaoui (Soulaimani 87´); Krimau y Merry.
Otra vez en Monterrey pero en el estadio Tecnológico, el 6 de junio era el segundo duro compromiso ante un peso pesado europeo: Inglaterra, con sus figuras Robson, Lineker y compañía. Veinte mil espectadores, un juez paraguayo, Gabriel González, y un línea argentino, el recordado Carlos Espósito, eran testigos. De nuevo los marroquíes frenaron a su fuerte rival, que no tuvo juego, sufrió la expulsión de Wilkins, la lesión en el hombro de Robson y se desdibujó por completo, terminando con otro empate sin goles. Los alineados por José Faría fueron Zaki; Khalifa, El Biyaz, Bouyahiaoui, Lamris (Ouadani 72´); Bouderbala, Dolmy, Timoumi, Khairi; Krimau y Merry (Soulaimani 86´).
El tercer partido el 11 de junio en el Tecnológico era decisivo, porque Marruecos necesitaba una victoria para pasar a los octavos de final, aunque con una nueva igualdad lo haría también. El asunto es que enfrente esperaba Portugal, que por entonces no era una potencia pero ya contaba con buenos valores, como Paulo Futre o Carlos Manuel, y venía de vencer a los ingleses en el debut. Sin embargo, los Leones del Atlas, como hicieron en 1970, forjaron una proeza ante un europeo. Delante de 24 000 espectadores, Khairi conquistó dos goles a los 19 y 27 minutos para adelantar a su país 2-0. Y en el segundo tiempo, a los 16 minutos, Merry Krimau, un viejo conocido de la selección, marcó el tercero. Diamantino descontó a los 79, pero el árbitro norirlandés Alan Snoddy pitó el final, los marroquíes ganaron 3 a 1, dieron el golpe (como Túnez en 1978, como Camerún en 1982) y encima de ser el primer africano en pasar de ronda en un Mundial, se llevaron consigo el duro Grupo F. Los héroes entonces fueron Zaki; Khalifa, El Biyaz, Bouyahiaoui, Lamris; Bouderbala, Dolmy, Timoumi, Mustafá El Haddaoui (Soulaimani 71´); Khairi y Krimau.
Por primera vez desde justamente 1970, el Mundial afrontaba una etapa de eliminación directa, empezando por los octavos de final. Mientras Brasil arrasaba con Polonia, Francia hacía caer el reinado de Italia y Argentina le ganaba el clásico a Uruguay, Marruecos quería también tener su lugarcito en las grandes luminarias. Cómo hacerlo si el rival, cada vez más duro, era nada más y nada menos que Alemania Federal, aquel a quien puso en jaque en el 70. Tal vez el recuerdo de ese debut en las Copas en León 16 años antes le vendría bien.
El encuentro era el 17 de junio en el Universitario de Monterrey, con alrededor de 19 000 personas y el yugoslavo Zoran Petrovic impartiendo justicia. Maruecos formó con Zaki; Khalifa, Ouadani, Bouyahiaoui, Lamris; Bouderbala, Dolmy, Timoumi, Mustafá El Haddaoui; Khairi y Krimau. Los alemanes eran favoritos, con Lothar Matthaeus, Karl Heinz Rummenigge o Rudi Voeller entre sus guerreros. Pero en el verde césped la verdad fue otra. Los norteafricanos ofrecieron resistencia, crearon algo de peligro y estuvieron a punto de llevar el partido al alargue. Hasta que a los 87 minutos, en un tiro libre para Alemania, a la barrera le faltó alguien para cubrir el poste respectivo. Entonces Matthaeus remató por bajo justo por ahllí y la colocó junto al palo de Zaki, que se tiró pero no llegó. Y Marruecos, con la frente alta y una gran imagen, se despidió otra vez de México con pena pero con gloria. Una actuación que lo consagró por la revista France Football como el mejor del año, mientras Badou Zaki se llevó el Balón de Oro continental. Pero el premio mayor fue ese segundo viaje a México, lleno de felicidad a pesar de la derrota.
Diego Martín Yamus
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