Sinceramente, la organización y composición de los campeonatos de
fútbol en la Argentina ha pasado el límite de la vergüenza, del
ridículo. Cuando pensábamos que el desastre de 30 clubes de 2014 era
todo, la capacidad de asombro nos superó largamente.
En la última fecha de las 25 de esta rara Superliga de una rueda, los
promedios del descenso hicieron una vez más su mal trabajo, condenando
injustamente a quienes en esta temporada realizaron buenas campañas.
El caso de Tigre, que venció a River en el Monumental pero descendió y
no podrá jugar la Copa Sudamericana (ver aparte) es la punta del
iceberg. El iceberg que es el caos de la disputa de los torneos, de la
cantidad que asciende y desciende de cada categoría, de la forma de
definir diferente en cada división. Se cambia todo, de los 30 de 2014,
del recordado Transición, pasamos al calendario anual de 2015 para en
2016 volver al Transición. Para, a la siguiente vuelta, regresar al
calendario europeo con torneos largos pero de una sola rueda. Y así
también están la Primera B Nacional, la Primera B Metropolitana, con
cambio de cantidad de ascensos porque sí, la C, la D, el Federal A, el
B y C abolidos así como así. Así está la Selección argentina.
Lo peor es que esto no es cosa del siglo XXI. Desde más de 50 años se
viene improvisando con el fútbol argentino, el que debería por
prestigio ser el mejor del mundo en todo. Los Campeonatos Nacionales
mezclados con el Metro, el invento de los promedios del descenso, los
inaceptables Apertura y Clausura, el Clausura que abría el año
calendario, las Liguillas, las desafiliaciones de los pobres de la
Primera D. Hace mucho que el fútbol argentino, sinceramente, da
vergüenza, y más aún, que no cambia.
Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar
@lostribuneros