En octubre de 2012 fuimos a Brasil, más precisamente a San Pablo y Curitiba, para ver cómo se preparan para la Copa del Mundo 2014 y nos llevamos un verdadero chasco. Nada funciona y tienen mucha facilidad para ahogarse en un vaso de agua.
Anduvimos por todos lados dentro la ciudad de San Pablo, caminamos hasta quedar enanos, nos mezclamos entre la gente tratando de pasar inadvertidos; tuvimos a Marcelinho como traductor, pero hubo momentos que nos «cortamos solos» con Fede para ver cómo nos trataban, ya que no solo no hablamos portugués sino que no entendemos nada.
Pretendimos ir a un punto de la ciudad, entre que la gente que no entiende nada y no tiene paciencia, fue más lo que nos confundieron que lo que nos ayudaron.
Con Marcelinho y Fede le pegamos por Av. Paulista desde el MASP hasta el Estadio Pacaembú a patacón por cuadra. Decidimos preguntar cómo se hacía para llegar al mencionado escenario deportivo, y nos decían «ahí nomás, peguénle derecho». Parecía que no llegábamos más, 38º hacía y otro paulistano nos dijo «es allá abajo» (eran como 10 cuadras más), hasta que un techero nos confundió peor y nos mandó para otro lado.
De última, ya limados, recontra cansados, fastidiados, con hambre, sed y acalorados, decidimos casi tirar la moneda al aire y nos guiamos más por conjeturas que por otras cosas, hasta que llegamos a la parte trasera del estadio. Un muy amable guardia de seguridad nos indicó donde era el museo del estadio, quedaba como a 4 cuadras y cuando llegamos: ¡no había luz!.
Para peor, nos alojamos en un hotel muy bien ubicado, la producción de Tribunero no anduvo con chiquitas y nos pagó uno 3 estrellas, con aire acondicionado, cable, desayuno continental e internet.
Llegamos a San Pablo a las 19:00 hs y un transfer nos llevó al hotel, llegando a cerca de las 20:45 allí. El primer chasco: los enchufes no servían asique no pudimos conectar nuestras PC y tampoco cargar las cámaras. Marcelinho bajó a pedir un adaptador y no sólo no tenían sino que tampoco ofrecían soluciones. Al «brasuka» lo mandaron a un supermercado que quedaba a la vuelta y allí tampoco tenían. El otro día, a la mañana hubo que salir a caminar, muchas cuadras fueron, hasta encontrar la solución.
Fue de locos, porque esperan organizar un Mundial y un Juego Olímpico pero se complican con cosas simples.
No hicimos escándalos ni tampoco elevamos la voz, simplemente les preguntamos si eran capaces de solucionarlo y la respuesta fue «NO».
Nosotros volvimos a Buenos Aires y Marcelinho siguió para sus pagos: Curitiba.
Estuvimos por bares, shoppings, nos movimos en subte, colectivo y a pie. Nadie sabe informar nada, nadie soluciona nada.
Esa impresión nos trajimos a la Argentina; cada vez falta menos pero vemos que los problemas no se solucionan.
Daniela Maruti
@lostribuneros