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Israel cerró este domingo con su tercer puesto en el Mundial de Argentina una real leyenda digna de la Biblia, el libro sagrado de los cristianos que se centra en esa zona. Un país que sólo había jugado el mayor de México en 1970 y dos Juegos Olímpicos en 1968 y 1976 logró su mejor tarea internacional, al vencer 3 a 1 al buen Corea del Sur en el partido previo a la gran final Uruguay-Italia en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata.
Tras entrar de última a los octavos de final, batir a Uzbekistán en la última jugada y dar el golpazo a Brasil en los cuartos, cayó ante la celeste dando batalla y en la lucha por el podio, si bien ganó en el tramo de cierre, fue más que el aguerrido surcoreano. Y tuvo doble mérito al actuar hoy con habituales suplentes, que sin embargo rindieron. Binyamin abrió a los 19 minutos de gran definición, pero a los 24 Lee Seung-Won igualó de penal. La cuestión iba a tiempo suplementario hasta que Omer Senior, el que arrancó esta novela con aquel gol a Japón para pasar de fase, marcó el desnivel a los 76 y Khalaili concluyó a los 85 la enorme e inolvidable campaña de los de Ofir Haim, cuyo camino había empezado con aquel sensacional subcampeonato en el europeo de Eslovaquia, donde eliminó a Francia en semifinales y perdió la decisión con Inglaterra en el alargue.
Grande fue lo de los de Medio Oriente, más por participar en ese continente tan competitivo y por no poder hacerlo en el suyo, debido a sus consabidos líos políticos. Más de 2000 años atrás, las leyendas sobre la vida de Jesús, su madre María y sus apóstoles eran en Israel. En este siglo XXI, los israelitas pueden contar orgullosamente una nueva parábola.
Diego Martín Yamus.
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