La Unión Soviética, también recordada por sus siglas URSS, fue por años una indiscutible potencia mundial en muchos aspectos. Es que un país tan grande (abarcaba dos continentes, Europa y Asia) tenía que ser así de fuerte. Entre esos rubros se valió del deporte, y en el deporte un caballito de batalla fue el fútbol. Realmente uno temía al ver a esa camiseta roja y ese juego ofensivo. O aquellos grandes jugadores que nutrieron al mundo. Todo iba bien, animador y ganador de torneos. Todo hasta que las vueltas de la revuelta política tiraron su vida al suelo, cuando en el cierre de 1991 se disolvió como conclusión de un duro proceso. Réplica de lo que pasó en otros países de Europa Oriental.
Sólo la conducción personalista del presidente Mijail Gorbachov pudo dar por tierra esa rica historia. Esa que empezó dos años después de la creación de la Unión de 15 repúblicas en 1922. En efecto, la selección comenzó oficialmente el 16 de noviembre de 1924 con un amistoso ganado 3 a 0 a Turquía. Pero no fue hasta los años 60 que empezó a hacerse escuchar en el fútbol, primero con su título en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956, luego su debut en un Mundial en Suecia en 1958 y enseguida otro gran lauro: vencedor de la primera Eurocopa en 1960. A ese terceto de logros se sumó su tarea en el Mundial de Inglaterra en 1966, cuando arribó al cuarto lugar ante el poderoso Portugal de Eusebio. Era la época del arquero Lev Yashin, la gran “Araña Negra”, Igor Netto, Iljin, Ivanov, Chislenko, Metreveli y otros tantos valores de calidad.
Después de un tiempo de oscuridad, la URSS retornó a la gran escena mundialista con el excepcional delantero Oleg Blojin al frente, y sólo una serie de errores arbitrales lo privó de llegar más lejos que los octavos de final de México 86. Hasta paseó su señorío por Olavarría en aquel histórico encuentro con el famoso Loma Negra. Al mismo momento los juveniles Sub 20 se destaparon con un campeonato en 1977 y un segundo puesto en 1979 de la preciosa Argentina de Diego Maradona. Sede de los controvertidos Juegos Olímpicos de Moscú 80, también se impuso entre los Sub 16 (hoy 17) en 1987 en Canadá. Y al tiempo de la asunción de Gorbachov y sus políticas duras en 1988, los soviéticos se colgaban el oro en los Juegos de Seúl ante el Brasil de Romario. Ahí sobresalían el mediocampista Mihailichenko o el delantero Dobrovolski.
Sin embargo, con la llegada de los años 90 comenzaron a salir a la luz los conflictos internos que tantas veces marcaron su historia. La caída del Muro de Berlín y la del propio comunismo fue la motivación para que varias repúblicas se independizaran. La primera fue Lituania, y entre ese 90 y 1991 le siguieron la propia Rusia, Letonia, Estonia, Georgia y la tan importante Ucrania, cuna de los mejores futbolistas del país. En el medio, el equipo jugó sin éxito el Mundial de Italia en junio, eliminado tras dos caídas, una en el famoso 0-2 con Argentina cuando Goycochea reemplazó al fracturado Pumpido y Maradona fue perdonado de una clara mano penal en su área. A pesar del mal trago, la URSS continuó su poderío en las eliminatorias para la Eurocopa 1992, y en el 91 incluso logró un empate 1-1 con la Selección ahora de Alfio Basile, en la amistosa Challenge Cup en Inglaterra.
Tras dos valiosos 0 a 0 ante la misma Italia, la URSS llegó a la fecha decisiva del Grupo 3 de la previa a la Euro con leve ventaja sobre la azzurra. Ese 23 de noviembre de 1991 los italianos no pudieron en casa con Noruega 1-1, en cambio los de Anatoly Byshovets festejaron en Larnaca ante Chipre 3 a 0 y se clasificaron con goles de Protasov, Youran y Mihailichenko. Ellos ni imaginaban que ése sería su última función. Esa vez los trece que integraron la alineación fueron Kharin; Chernyshov, Kulkov, Tsveiba, Galiamin; Shalimov, Mihailichenko, Kanchelskis, Kuznetsov; Protasov (Mostovoi 70’) y Kolyvanov (Youran 46’).
Días más tarde se sucedieron hechos agitados, la firma de dos tratados que declararon la disolución de la Unión, la renuncia de Gorbachov el 25 de diciembre y el 26 el desmantelamiento del Soviet Supremo, el órgano legislativo, el golpe final a décadas de intensa vida. En su reemplazo fue instaurada la rara Comunidad de Estados Independientes (CEI), que luego representó a la desaparecida nación en el campeonato europeo, con dos igualdades ante Alemania y Países Bajos y una derrota con Escocia. Pero la verdadera Unión Soviética, la de tanto prestigio, ya era pasado. Tanto que cada república siguió con su propia selección y su liga, lo que obviamente debilitó a Rusia, que heredó los retazos de la URSS. Esa camiseta roja que tanto se extraña.
Diego Martín Yamus.
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